Antes de que se cumpla en febrero próximo el cuarto aniversario del comienzo de la llamada “operación militar especial” de Rusia en Ucrania, ese golpe sorpresa que se concibió en el estado mayor del ejército ruso para durar dos semanas e instalar un gobierno subordinado en Kiev, el titular del Kremlin, Vladimir Putin, tendría que tomar una difícil decisión: anunciar o no una movilización general que aporte al menos medio millón de soldados, pero ya no “voluntarios” que combaten por dinero como ahora, sino civiles obligados y sin cobrar.
El general Valeri Guerasimov, jefe del estado mayor y responsable militar de la campaña en Ucrania, lo recomendó al Kremlin como única forma de romper el actual equilibrio de fuerzas en los campos de batalla, empecinado como está Putin en “liberar” la totalidad del Donbás (le falta 30 por ciento de las regiones de Donietsk y Lugansk), sin hablar del resto de Jersón y Zaporiyia, cuatro territorios incompletos incorporados a la Constitución como parte de la federación rusa.
No es fácil tomar esa decisión que, por un lado, podría inclinar la balanza hacia el lado de Rusia y, por el otro, generar amplio descontento en la sociedad, aparte de que la economía rusa no va tan bien como dice la versión oficial, empieza a resentir las sanciones occidentales y la guerra se engulle la mitad del presupuesto del país. Un sólo ejemplo reciente: para paliar el déficit del año siguiente se prevé subir el impuesto al valor agregado de 20 a 22 por ciento, lo cual puede dar un billón 300 mil millones de rublos cuando, a modo de comparación, el rezago de enero a agosto pasados alcanzó 4 billones 200 mil millones de rublos.
Ante un escenario de eventual descontento popular y crisis económica, Putin se resiste a seguir la recomendación de Guerasimov y no se excluye que el general termine como chivo expiatorio. El también general Andrei Mordvichev, quien encabezó el asedio de Mariupol y desde hace unos meses se desempeña como comandante en jefe de las fuerzas terrestres rusas, se perfila como probable sucesor.
Hay quien dice que habría que recurrir al arsenal nuclear, tema que merece ser tratado por separado para explicar por qué no se aplica: el Kremlin perdería mucho más de lo que pudiera ganar matando a cientos de miles de personas con un misil.