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Ciudad perdida

29 de abril de 2024 08:00

Fue inútil. Todo estaba dicho desde el encuentro pasado.

Lo que nunca comprendió es que no se trataba de formas, sino de fondo, y eso le faltó. Si mascaba o no chicle, si se envolvía en el huipil era lo menos importante. Sobre ella, buena o mala, pesó la fama desastrosa del Partido Acción Nacional, es decir, de los dueños de la franquicia azul que han lucrado con el engaño.

¿Qué le pueden decir a la sociedad, ellos o ella, de la justicia o la imparcialidad, después del fallo del tribunal electoral de la ciudad que busca impunidad y que de una u otra manera podría convertir a los miembros del organismo de justicia electoral en cómplices de quienes, según los datos que ha ofrecido la fiscalía, han quebrantado la ley?

Ningún argumento podía salvar a la señora Gálvez. Ella tenía que pagar el desatino del grupo de panistas que nunca la aceptaron como su candidata y que la consideran una inversión perdida en la que ya no vale la pena sacrificar esfuerzos.

La seño de las gelatinas replicó el mismo gesto de nerviosismo, el atropello y el poco respeto a la intervención de sus pares. Fue la parte novedosa, y lo peor: desdeñó las preguntas de los ciudadanos para atacar a Sheinbaum.

La panista tiraba y tiraba golpes, afinaba la puntería, se esforzaba, pero las encuestas decían que nunca en la historia del siglo actual una candidata o candidato a la Presidencia de la República había luchado por la silla en el Zócalo con tantos puntos negativos como la prianista.

Una y otra vez llamó mentirosa a Sheinbaum, pero en su locura de ataques empezó, según se dijo, a inventar, sin responsabilidad alguna, sin que alguna de sus tarascadas tuviera respaldo comprobable, pero a fin de cuentas cada vez más sonaba menos creíble.

Pero el escenario falso sí estaba construido desde algunos días antes. Desde todos lados se decía que ese, el debate que sucedió ayer, era la última oportunidad de la consentida de Vicente Fox para tratar de remontar en las encuestas, y se repitió sin cansancio la posibilidad falaz de un empate.

No obstante, el rostro de la prianista se fue descomponiendo conforme avanzaba la contienda y de la risa nerviosa terminó con los labios apretados y un evidente gesto de odio hacia Sheinbaum. Alguien bromeaba durante el combate y decía que el frasco con agua turbia que presentó Gálvez eran los análisis clínicos de la misma candidata y cuyo resultado era exceso de odio, agua envenenada.

Y ya en plena desesperación, ataques a gente que alguna vez estuvo cercana a su adversaria, ataques con un aire de vulgaridad muy a su estilo y que borraron las propuestas que en algún momento pudo hacer la hidalguense.

Aún hay otro debate y el nivel del que se efectuó ayer fue de puesto de tianguis, y lo peor es que no queda claro el rumbo, ese punto importante que diferencia a unos y otros. A fin de cuentas los anuncios de obras que se pudieran hacer no son los vientos que busquen puertos diferentes.

De pasadita

Buena se la hicieron a los panistas de la ciudad los del tribunal electoral local. La decisión de protegerlos frente a hechos consumados los ha sumido aún más porque los coloca sin más como protegidos, como cómplices de quienes posiblemente estén involucrados en un ilícito.

En otro escenario, bien podríamos decir que los azules están hundidos, pero eso no es tan cierto en los momentos actuales en la Ciudad de México. Morena requiere, hoy más que nunca, apretar si quiere ganar.

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