La Cuarta Transformación no pierde el rumbo; ha demostrado que tiene con qué afrontar obstáculos y continuar sin detenerse ante inesperados problemas nacionales, cambios en la economía o sacudidas políticas y sociales; no titubea tan siquiera ante un acto tan violento e impactante como el asesinato del alcalde de Uruapan y afronta con rapidez y sensibilidad la situación. A quienes con el voto, con opiniones, con otras formas de apoyo hemos contribuido a este avance indiscutible y a su consolidación, nos anima y alienta; hay principios, hay valores.
El mensaje de la titular del Ejecutivo Claudia Sheinbaum, del 5 de este mes, fue un balance de su primer año de gestión, así lo corrobora y explica; sin demagogia, con sencillez y claridad dio un repaso a los más importantes logros y avances, con cifras claras y explicando decisiones políticas tomadas.
Se ocupó de los obstáculos en proceso de remover y demostró que conoce la situación de país; es que, como lo dice, se trata de una verdadera rendición de cuentas. Tanto para los críticos desesperados, que cada semana inventan algo nuevo para sus juicios negativos y su afán de enturbiar el debate, como para el resto de la población, que se encuentra más informada que en otras épocas y ha demostrado que si llena el Zócalo, no es porque como sucedía bajo gobiernos priístas, les den algo a cambio o prometan soluciones mágicas a sus necesidades, sino porque ahora hay un pueblo atento a lo que pasa y consciente de que es él el titular de la soberanía nacional.
De lo dicho, creo que debemos recordar que afirmó que en el combate al delito, se debe atender a las causas. Quien administra recursos y finanzas públicas, ordena y supervisa obras materiales, procesos políticos y sociales, está obligado a hacerlo dando la cara y tomando en cuenta las opiniones diferentes y los debates.
De lo dicho por la Presidenta, me interesa rescatar un par de puntos finos que no puedo sino recalcar para contribuir a su difusión y destacarlos con objeto de animar a los ciudadanos a confiar y a continuar los cambios, de tal modo que no haya retrocesos y que se siga avanzando; sé que el riesgo mayor en este momento es que “la cultura priísta” pueda contagiar a Morena y a los gobiernos apoyados por este partido.
La Presidenta fue firme en reiterar que es el fin de los privilegios injustos y que continuará el combate a la pobreza y el impulso a la justicia social. Para este último propósito, es necesaria la continuidad con decisiones firmes, como el aumento al salario mínimo y la atención prioritaria a la educación, la salud y una mejor distribución de la riqueza.
Pero hay un punto que tengo intención especial en destacar y llamar la atención sobre él, porque implica una estrategia que si bien ya se probó en el gobierno de la Ciudad de México, está ahora y desde ya algunos años aplicándose a nivel federal. Se trata de gobernar atendiendo a las causas y no sólo tratando de corregir los efectos.
Este criterio de atender las causas tiene especial importancia en el grave asunto de la delincuencia, la violencia social y los ataques a los derechos humanos.
No se trata sólo de perseguir a quienes cometen un acto que la ley define como un delito y poner al o a los que lo ejecutaron ante un juez para que éste, mediante un proceso respetuoso del derecho de defensa, dicte la sentencia correspondiente. No se trata sólo de perseguir a quienes cometen actos antisociales y delitos, se trata de buscar y combatir las causas, los ambientes, las carencias o vicios que propician rencores, violencia, irresponsabilidad social y, por tanto, son propicios para que los conflictos y la violación a la ley tengan lugar.
La delincuencia no surge por generación espontánea; por lo general, quien comete un delito no es sólo por una maldad intrínseca; las inclinaciones antisociales surgen por causas externas y si bien la voluntad personal, el ambiente familiar, pueden disminuir las estadísticas delincuenciales, la autoridad debe combatir ambientes y circunstancias que a veces solamente facilitan la comisión de ilícitos, pero en otros casos extremos los provocan.
Durante el gobierno de la Ciudad de México encabezado por el licenciado López Obrador, de 2000 a 2005, y el año que le tocó a Alejandro Encinas, siendo yo procurador de justicia, seguimos esa política preventiva, combatir las causas, crear ambientes de solidaridad social, promover la lectura, atacar problemas antes de que estallen.
Recuerdo que muy al inicio de esa gestión, fui invitado por la Fundación Konrad Adenauer a una participación en un seminario sobre delincuencia, y en congruencia con la política que seguía nuestro gobierno, insistir en la atención a las causas, por eso me alegro de que el actual gobierno mantenga el principio.
Hice entonces un símil simplista; si queremos que no nos piquen los mosquitos, no basta con tener a la mano un matamoscas, hay que secar el charco del cual provienen.