Se acerca la temporada de descuentos y, como cada año, uno de los productos estrella son las pantallas de TV. Basta entrar a una tienda o navegar un sitio de comercio electrónico para sentirse abrumado por las opciones: QLED, OLED, LED… y ninguna tienda parece interesada en explicar realmente qué significa cada una o qué beneficios ponen sobre la mesa.
No vamos a detenernos a explicar la diferencia entre una smart TV y una tele tradicional, porque ese es otro tema. Tampoco profundizaré en el tema de las marcas, ya que cada vez son más y la mayoría ofrece casi las mismas funciones. Lo que sí vale la pena aclarar es qué distingue a las dos tecnologías más populares y costosas: las OLED y las QLED.
Las pantallas OLED (Organic Light Emitting Diode) tienen pixeles que se iluminan de manera independiente, sin necesidad de contar con un panel luminoso operando detrás. Esto permite negros más profundos, contrastes más definidos y colores vibrantes, ideales para quienes disfrutan ver películas o series en la oscuridad y buscan una experiencia visual envolvente. Su debilidad es si se utiliza en una habitación muy iluminada.
Las QLED (Quantum Dot LED), en cambio, usan nanopartículas llamadas “Quantum Dots” que emiten colores según su tamaño. Son más brillantes, precisas y duraderas, y funcionan mejor en espacios con mucha luz. Eso sí: su potencia de iluminación las hace más caras, pero también más prácticas si tu sala recibe mucho sol.
Ahora bien, aunque en los pasillos y catálogos las marcas intenten venderte la última maravilla tecnológica, la verdad es que la mayoría de los consumidores no eligen por tecnología, sino por precio. Según la agencia mexicana Planning Quant, el gasto promedio durante las ofertas de fin de año no supera los 7 mil 700 pesos, una cifra que deja fuera a los modelos más avanzados.
Por eso, muchos terminan con una tele LED, que no suele presumir resolución 4K ni negros profundos, pero cumple su función y cuesta bastante menos. Sin embargo, el contraste entre negros y blancos, y el brillo de sus colores palidece ante las tecnologías antes mencionadas.
Los gamers y los cinéfilos también necesitan su TV
Más allá del precio, la verdadera elección depende del tipo de uso que se le dará a la pantalla. Para gamers, la prioridad no es solo el color o el contraste, sino la tasa de refresco, medida en hertz (Hz), que determina cuántas veces por segundo se actualiza la imagen. Los títulos de acción, shooters y carreras se benefician de pantallas con 120 Hz o más, que reducen el desenfoque y el retardo (input lag). En este sentido, las OLED ofrecen tiempos de respuesta prácticamente instantáneos y una nitidez sobresaliente, ideales para jugadores competitivos o de consolas de nueva generación. En cambio, las QLED son preferibles para quienes disfrutan de juegos coloridos, de mundo abierto o deportivos, gracias a su alto brillo y resistencia a la retención de imagen.
Si profundizamos en el iceberg de los gamers, también tendríamos que considerar a los que prefieren experiencias más inmersivas. Para ellos están las TVs que ofrecen tecnología de Alto Rango Dinámico o HDR, por sus siglas en inglés, que básicamente mejoran la calidad de la imagen expandiendo los rangos de brillo, contraste y color. Quienes disfruten del cine también apreciarán esta función. Sin embargo, no todos la buscan.
Los cinéfilos deberían inclinarse por las OLED, que destacan en negros absolutos y contraste infinito, lo cual potencia géneros como el terror o el drama, donde los matices en la oscuridad marcan la diferencia. Las películas de fantasía y acción, en cambio, lucen especialmente bien en QLED, por su brillo y saturación que resaltan explosiones, paisajes o efectos especiales incluso en habitaciones iluminadas.
Por su parte, quienes solo buscan tener la televisión de fondo, ver noticieros, deportes o series ligeras, encontrarán suficiente en una LED tradicional, que ofrece buen rendimiento general sin requerir grandes inversiones.
Quizá responder estas tres preguntas te pueda ayudar a reducir el número de opciones en un mercado saturado:
¿Necesito una pantalla?
¿Cuál es mi presupuesto?
¿Para qué la voy a usar?
¿Dónde la voy a poner?
Elegir pantalla depende menos de entender siglas y más de saber cuánto estás dispuesto a pagar y qué experiencia buscas: fluidez para jugar, fidelidad para el cine o practicidad para el día a día. Así que la pregunta no es si prefieres LED, OLED o QLED… sino qué quieres ver, cómo lo quieres ver y cuánto estás dispuesto a invertir en ello.