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El empresario Ricardo Salinas quiere que el SAT le reste impuestos.
El empresario Ricardo Salinas quiere que el SAT le reste impuestos. Foto Roberto García
10 de noviembre de 2025 10:54

n su enfermizo afán privatizador, el régimen neoliberal –con sus seis gentes en Los Pinos– fue en extremo perverso con Petróleos Mexicanos (Pemex), y, para alcanzar su objetivo, la fraccionó, la saqueó fiscal y productivamente, redujo la inversión a su mínima expresión, sobrexplotó las reservas, la asfixió con un endeudamiento permanente y brutal, y promovió la corrupción a niveles inverosímiles, lo que ya es decir.

La primera empresa del país a duras penas soportó la embestida neoliberal y, si bien estuvo muy cerca de enterrar a Pemex y privatizar toda la riqueza petrolera de la nación (para entregarla a un reducido grupo de magnates autóctonos y trasnacionales del sector), la llegada de un nuevo régimen lo impidió, al recuperar la rectoría del Estado, revertir buena parte de lo entregado al gran capital, reducir, paulatinamente, la brutal deuda heredada y comenzar a reflotar al consorcio insignia del Estado mexicano.

El pasado viernes, la secretaria de Energía, Luz Elena González Escobar, compareció ante la Comisión de Energía del Senado de la República, y a los legisladores que la integran les expuso: “aunque ha costado mucho trabajo recomponer el rumbo, en un año se consolidó un modelo que devolvió al Estado la rectoría energética, la conducción estratégica de ese sector, se fortaleció la soberanía y se recuperan capacidades y eficiencia de Pemex y la Comisión Federal de Electricidad (CFE), a las que gobiernos neoliberales pretendieron desmantelar. Hoy, México vive un momento histórico, en el que la energía está al servicio del pueblo, no de la ganancia privada” ( La Jornada, Andrea Becerril).

Paradójicamente, y con la cara más dura, en esa comparecencia los partidos políticos representativos del régimen neoliberal (PRI y PAN, cuyos gobiernos –cuatro tricolores y dos blanquiazules– reventaron las finanzas de ambas empresas del Estado y las privatizaron y endeudaron a más no poder) cuestionaron la viabilidad de Pemex y la CFE, y aseguraron que “están en quiebra”.

Pues bien, González Escobar ilustró a los cínicos gritones: al cierre del primer trimestre del presente año, la CFE reportó 125 mil millones de pesos en utilidades y Pemex redujo sus pérdidas en casi 90 por ciento, ahorró 20 mil millones de pesos y pagó 300 mil millones que adeudaba a proveedores.

A ellos, siempre amnésicos, recordó que la “reforma energética” peñanietista “fue un rotundo fracaso” y detalló que las empresas extranjeras a las que dieron contratos para explotar hidrocarburos “sólo producen 2 por ciento de petróleo (sin olvidar que el grueso de los permisos otorgados simplemente y sin problema alguno se destinaron a la especulación), y los 200 mil millones de dólares de inversión que entonces dijeron iban a llegar para desarrollar la industria petrolera nunca llegaron”.

Además, la CFE “ha recuperado terreno como columna vertebral del sistema eléctrico mexicano e impulsa un programa de expansión con más de 6 mil 700 kilómetros de nuevas líneas de transmisión que conectarán regiones industriales, comunidades rurales y pueblos de desarrollo con una red más moderna y confiable; se ha demostrado que la energía que genera la Comisión Federal de Electricidad no es más costosa ni contaminante; todo lo contrario: impulsa una transición responsable para pasar de 24 a 35 por ciento de energías limpias en 2030”.

Sobre los pasivos de Pemex, la funcionaria dijo que “después de ser la petrolera más endeudada del mundo, aumentó en más de 30 por ciento su salud operativa respecto al año anterior, debido a un nuevo régimen fiscal que permitió estabilizar sus finanzas y recuperar su capacidad de inversión. La colocación de bonos precapitalizados a cinco años por 12 mil millones de dólares, aligera su débito y cubre compromisos con proveedores y contratistas por casi 300 mil millones de pesos”.

Así es: los “desmemoriados” prianistas “no recuerdan” que sólo Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto incrementaron 94 por ciento la deuda de Pemex (de 67 mil 400 millones de dólares a 131 mil millones) y esa fue la herencia al nuevo gobierno. Además, si la política privatizadora hubiera sido exitosa, ese adeudo no lo pagaría el capital privado, sino el Estado.

Las rebanadas del pastel

Tres, dos, uno, cero: cercano ya el fallo de la Suprema Corte de la Justicia de la Nación en contra de sus empresas evasoras (¡A pagar se ha dicho!), al acorralado cuan delirante Ricardo Salinas Pliego no se le ocurre mejor idea que “evaluar” una demanda contra el Servicio de Administración Tributaria. Y su nuevo sueño húmedo es “quitar ese asqueroso” impuesto sobre la renta.

Twitter: @cafevega

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