Moscú. Una semana después de anunciar el ensayo del misil de crucero Burevestnik, el presidente de Rusia, Vladimir Putin, dio a conocer este miércoles que Rusia realizó una prueba de otro novedoso artefacto de propulsión nuclear, esta vez un submarino no tripulado denominado Poseidón.
“Deben de saberlo: ayer (martes) llevamos a cabo una nueva prueba de otro sistema prometedor, el submarino no tripulado Poseidón, también de propulsión nuclear. Por primera vez, fue posible lanzarlo no sólo desde un submarino portador mediante un motor auxiliar, sino pudimos poner en marcha sus sistema de propulsión nuclear, con el que el aparato navegó durante un cierto tiempo”, reveló Putin ante soldados heridos en Ucrania al hacer una visita al Hospital Militar Central de la capital rusa.
En lo que parece un nuevo desafío a su colega de Estados Unidos, Donald Trump, que hace poco le recomendó detener de una vez por todas la guerra en Ucrania en lugar de estar probando armamento y recordó que tiene submarinos nucleares cerca de las costas rusas, el titular del Kremlin, agregó: “Por su velocidad, por la profundidad con que navega este submarino no tripulado, no tiene análogos en el mundo y difícilmente los tendrá en el horizonte próximo”.
Explicó que en comparación con el misil Burevestnik, cuyo dispositivo de propulsión “es mil veces menor que el reactor atómico de un submarino”, el que lleva el Poseidón es “sólo 100 veces menor”, pero en cambio “supera significativamente” la capacidad devastadora del misil intercontinental Sarmat, que puede portar hasta 15 ojivas nucleares de guiado individual, el cual –informó Putin– “todavía no entra en servicio” en el ejército ruso, pero “lo hará pronto”.
Al conversar con militares que se recuperan de sus heridas, el mandatario ruso, con base en los reportes que le presenta el jefe del Estado Mayor del ejército ruso, Valeri Guerasimov, insistió en que miles de soldados ucranios están rodeados en Kupiansk (Járkov) y Pokrovsk (Donietsk).
Instó a esos soldados a rendirse y al gobierno de Ucrania a tomar la correspondiente decisión sobre el destino de sus ciudadanos, igual que hicieron en Mariupol en mayo de 2022, cuando ordenaron deponer las armas a los defensores de la planta siderúrgica de Azovstal.
“Incluso estaríamos dispuestos a cesar hostilidades durante un cierto tiempo, durante varias horas, dos, tres o seis horas, con el propósito de que un grupo de periodistas rusos, ucranios y de otros países puedan entrar en esas localidades y ver lo quer está pasando, hablar con los soldados ucranios y salir”, ofreció Putin, sin precisar quién seleccionaría a los reporteros.
El jefe del Ejecutivo ruso puso en duda que Ucrania esté preparada para permitir el acceso de la prensa. Mencionó que “lo más importante es evitar provocaciones por parte de los ucranios: no vaya a ser que uno de sus drones aparezca, resulte herido alguno de esos periodistas e intenten echarnos la culpa de lo ocurrido. Eso no lo necesitamos”.
Entretanto, el mando militar ucranio negó categóricamente este miércoles que sus tropas están rodeadas en Kupiansk y en Pokrovsk.
El líder ruso “se está convirtiendo en hazmerreir al repetir las mentiras de sus generales, que ya no cree ni su auditorio fiel”, en alusión a las duras críticas a la cúpula militar que lanzaron en las redes sociales algunos de los seguidores más fervientes de la “operación militar especial” en Ucrania, expresó Viktor Tregubov, vocero del ejército ucranio en la región de Donietsk.
Durante las últimas semanas, señala el mando castrense ucranio en un comunicado, “se están produciendo intensos combates en Kupiansk y sus alrededores y los ocupantes (rusos) intentan establecer presencia en la parte norte de esa ciudad (de Járkov). Sin embargo, cualquier declaración que afirme que las tropas ucranias están ‘rodeadas’ es pura fantasía y manipulación que no se sustenta en información de la realidad sobre el terreno”.
En cuanto a Pokrovsk, reconoce que “cerca de 200 soldados rusos” se encuentran en una parte de la ciudad y las tropas ucranias “hacen todo para sacarlos de ahí”. Analistas rusos y ucranios ponen en entredicho lo que sostiene el Kremlin y aseguran –basándose en imágenes satelitales, fotos y videos con geolocalización, testimonios in situ– que entre Pokrovsk y Myrnohrad, los extremos donde se cerraría el cerco, hay todavía una ancha franja libre de un mínimo de entre 6 y 7 kilómetros libres que, en cualquier momento y en caso de necesidad, permitiría replegarse a los soldados ucranios.