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Los perros y el Día de Muertos: celebración que cruza el tiempo en México

La conmemoración de los perros en torno al Día de Muertos conecta la tradición prehispánica con la época actual. A lo largo del tiempo los “lomitos” -como se le conocen en México- han acompañado las personas en México. Foto
La conmemoración de los perros en torno al Día de Muertos conecta la tradición prehispánica con la época actual. A lo largo del tiempo los “lomitos” -como se le conocen en México- han acompañado las personas en México. Foto Secretaría de Cultura de la Ciudad de México
27 de octubre de 2025 21:45

Ciudad de México. La conmemoración a los perros y otras mascotas en las vísperas del Día de Muertos tiene raíces más profundas de lo que parece. Actualmente en México la fecha del 27 de octubre se toma como el día en que se coloca ofrenda a los perros o mascotas difuntas. Pero desde tiempos prehispánicos, distintas culturas mesoamericanas —como la mexica, la maya y las del occidente de México (fases Ortices, Comala y Colima)— establecieron un vínculo simbólico entre los perros y la muerte.

En la cultura mexica, que floreció entre 1325 y 1521 d.C., surgió el concepto del Mictlán, el inframundo, donde las almas emprendían un viaje de nueve niveles. El dios Xólotl, gemelo de Quetzalcóatl y señor del relámpago y del ocaso, guiaba a los difuntos hacia ese destino. Con frecuencia era representado con rasgos de perro o figura esquelética, símbolo del tránsito entre la vida y la muerte. El xoloitzcuintle, su animal asociado, ayudaba a las almas a cruzar el río del Mictlán: era su fiel compañero y guía.

ImagenXólotl, dios mexica del inframundo. Cultura mexica. Museo Etnográfico de Viena.

Entre los mayas, la idea del inframundo —el Xibalbá— comenzó a formarse desde el Preclásico Medio (1000 a.C.–250 d.C.) y se consolidó durante el Clásico (250–900 d.C.). En su iconografía, el perro aparece con una función psicopompa, es decir, como guía de almas: transporta al dios del Sol o del Maíz en una canoa a través de las aguas del inframundo. El concepto refleja la creencia en un ciclo de muerte y renacimiento.

En el Occidente de México, las culturas de las fases Ortices, Comala y Colima (500 a.C.–600 d.C.) también dejaron testimonio de esa conexión. En las tumbas de tiro, los arqueólogos han encontrado vasijas y figurillas con forma de perro, algunas representadas en movimiento o “bailando”. Estas piezas, elaboradas con gran naturalismo, aluden a la compañía del perro en el más allá.

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Perros bailando hallados en “Tumbas de tiro” de Colima. Foto: INAH.

Ofrendas contemporáneas 

Hoy, esa antigua relación entre humanos y perros renace en los altares del Día de Muertos. Yuki, cuyo nombre significa “nieve” en japonés, fue la primera mascota de la familia Bahena. Se escapó y falleció en 2024, año en que le colocaron por primera vez una ofrenda, relata Estefanía Bahena, periodista mexicana. En el altar dispuso los alimentos que solía disfrutar Yuki, además de agua, flores de cempasúchil y sal.

También encendió incienso y añadió papel picado de distintos colores. Estefanía se encargó de preparar la ofrenda en nombre de toda su familia, pues los demás estaban demasiado tristes para hacerlo. Un detalle especial fue que encontró papel picado personalizado y colocó el nombre de su mascota sobre el altar. “Es la primera vez que hago una ofrenda para alguien cercano”, comenta.

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Altar para Yuki. Foto: Estefanía Bahena.

Morton era un perro maltés que falleció el 3 de julio de este año. Vivió 15 años, de los cuales ocho los compartió con la familia Coronel, que lo adoptó cuando tenía siete. Fue rescatado de un lugar donde sufría maltrato, según cuenta Remy Coronel, funcionario público mexicano. Él y su familia descubrieron que, según la tradición, la ofrenda para las mascotas fallecidas se coloca el 27 de octubre.

En el altar donde reposan las cenizas de Morton colocaron sus cosas favoritas: carnazas, charales y camarones; además de agua, velas y fotografías. Como símbolo especial, añadieron una pulsera que Morton solía morder, una forma de conservar el vínculo con su recuerdo.

ImagenRemy Coronel

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Altar para Morton / Morton. Foto: Remy Coronel.

Neo falleció en el 2023. Era un pastor belga, iba ser sacrificado de pequeño por no contar con pedigree (documento oficial de un perro que certifica su pureza de raza) pero la familia de Otto Vázquez lo rescató. Después de varias mudanzas Otto y su familia lograron encontrar un lugar con jardín para que corriera. Poco después del inicio de la pandemia en el 2022, Neo comenzó con síntomas de enfermedad gástrica. Su probabilidad de supervivencia era del 30%. No lo logró. Desde el 2023 Otto le coloca un altar. Ahí sitúa pan de muerto, uno que otro guisado que no se eche a perder, veladoras y calaveras de azúcar. Ahí en el altar, está el retrato de Neo el cual le gusta mucho a la familia de Otto porque sale feliz.

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Altar de Neo. Foto: Otto Vázquez

Además de perros, el 27 de octubre se ha vuelto una fecha para rendir homenaje a las mascotas fallecidas en general. Es el caso de la familia de Mónica Mateos, periodista mexicana. En el altar que colocaron para sus mascotas fallecidas se encuentran fotos y artículos en tributo tanto de gatos -cuatro en total: Pelusa, Dalí, Bretón y Matisse- y perros -dos en total: Nushka y Terry-. Como manera simbólica ella y su mamá colocaron figuras estilo “catrina” pero de perros y gatos. Así como cofres pequeños con los nombres de las mascotas. Desde hace tiempo tienen la creencia que en las ofrendas primero llegan las mascotas -es decir, días antes- y ya después las personas difuntas.

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Altar para perros y gatos. Foto: Mónica Mateos.

Una conmemoración reciente

Aunque la celebración del “día de la mascota difunta” es reciente —surgió alrededor de 2019 a partir de una campaña publicitaria—, ha sido adoptada por muchas familias mexicanas que desean rendir tributo a sus animales de compañía.

No es casualidad que en la explanada del zócalo de la Ciudad de México recientemente se instaló una “mega ofrenda” llena de flores de cempasúchil y ornamentos. Destacan grandes figuras de esqueletos conmemorando la tradición del Día de Muertos. Pero de igual manera destaca la figura de un Xoloitzcuintle de grandes dimensiones (aproximadamente 4 metros de altura).

La conmemoración de los perros en torno al Día de Muertos conecta la tradición prehispánica con la época actual. A lo largo del tiempo los “lomitos” -como se le conocen en México- han acompañado las personas en México y han establecido una relación íntima al grado de volverse seres vivos cuya memoria permanece y se le rinde homenaje de manera histórica.




 

Imagen ampliada

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