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Reflexiones sobre las izquierdas de México

Se terminó el sexenio y se eligió como presidenta a Claudia Sheinbaum, que tiene una posición de izquierda nacionalista. Foto
Se terminó el sexenio y se eligió como presidenta a Claudia Sheinbaum, que tiene una posición de izquierda nacionalista. Foto Cristina Rodríguez / archivo
28 de octubre de 2025 00:01

El derrumbe del “socialismo realmente existente” en Europa del Este y la URSS fue un duro golpe para la izquierda mundial. El debate sobre la crisis de ese socialismo, años antes de que ocurriera, generó una fuerte división entre los que aceptaban que era el único que había podido construirse; los que consideraban como Bettelheim que era un capitalismo de Estado; los que, como los trotskistas, decían que era “un Estado obrero degenerado”; los que afirmaban que eran socialistas por su base económica, pero no por su superestructura (Adam Schaff), y quien decía que era una forma de transición no capitalista, pero tampoco socialista porque no existía una democracia radical (Sánchez Vázquez), entre otras posiciones. 

Sobre esta temática publiqué en 1994 un libro titulado Más allá del derrumbe (Siglo XXI editores). Lo que habría que aceptar, a mi juicio, es que se conformó una burocracia que no fue capaz de lidiar con los problemas derivados de tener que atender todas las necesidades sociales, como su incapacidad de introducir las reformas necesarias. Con el derrumbe sobrevino una tremenda ofensiva mediática que la izquierda no pudo o no supo combatir y neutralizar, pero tampoco profundizó, como lo hicieron Luis Villoro o Norberto Bobbio, sobre los alcances y límites de la democracia liberal. 

A pesar de todo, Cárdenas se presentó de nuevo como candidato a la presidencia en 1994 y perdió frente a Ernesto Zedillo. A pesar de ello, logró un triunfo electoral como jefe de Gobierno de la capital en 1997, triunfo que fue producto, por un lado, de la corrupción del partido oficial y, por otro, de que la capital ha sido escenario de las grandes luchas por la nación. Este triunfo animó a Cárdenas para presentar de nuevo su candidatura en el 2000, habiendo sido rechazado nuevamente por la estructura de poder neoliberal. 

Mientras tanto, Andrés Manuel López Obrador logró acceder a la jefatura del DF en ese año, obteniendo una gran aprobación pública y sorteando la fuerte ofensiva de la derecha, que buscaba evitar, a toda costa, que se presentara como candidato a las elecciones presidenciales de 2006. En esta ocasión y la siguiente en 2012, tampoco el grupo en el poder le permitió acceder a la presidencia. AMLO había fundado, el 2 de octubre de 2011, el Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) ante la descomposición del PRD. 

Por cierto, ese partido fue creado por Cárdenas y su grupo mediante una coalición de fuerzas de izquierda y derecha pero, en lugar de lograr una unificación, se dividió en “tribus”, que se distribuyeron los espacios de poder que se habían logrado y finalmente expulsaron a su fundador en 2014. ¿Qué pasó aquí con la izquierda socialista? Fue desbordada por el pragmatismo. AMLO entonces retomó la iniciativa y presentó a su partido, que era también otra mezcla de personas disidentes de la derecha que se había entregado al neoliberalismo, de la socialdemocracia y de la izquierda socialista. 

AMLO accedió a la Presidencia porque, por un lado, el neoliberalismo había logrado la joya de la corona (la venta del petróleo); porque el PRI entró en crisis al final de Peña Nieto; porque López Obrador asumió una postura antineoliberal y a favor de los pobres, y construyó una narrativa en torno a la cuarta transformación del país que despertó las esperanzas de las mayorías, pero también llevó a cabo una serie de alianzas con partidos, movimientos y personas que no eran de izquierda, como el PVEM o la iglesia La Luz del Mundo. 

Pero ¿dónde quedó la izquierda? La izquierda anticapitalista quedó subsumida en el nuevo partido y dependiendo del pragmatismo de las alianzas. Se terminó el sexenio y se eligió como presidenta a Claudia Sheinbaum, que tiene una posición de izquierda nacionalista. El problema es que el gobierno se enfrenta en la actualidad a una doble presión: en el plano internacional, el presidente Donald Trump ha iniciado una estrategia que pretende recuperar el liderazgo del imperio norteamericano por la vía de la amenaza militar y la imposición de aranceles, así como por la aplicación de una política de extrema derecha que implica la represión de todo aquel que se oponga a su política, bien sea el genocidio que Israel está llevando a cabo contra los palestinos como la salvaje e inhumana cacería de indocumentados latinos. 

Por otro lado, en nuestro país se mantiene la violencia del narcotráfico y el descubrimiento de cuantiosos fraudes. Frente a todo ello, las izquierdas, dentro y fuera de Morena, requieren, en primer lugar, reivindicar toda esa lucha que han tenido por lograr una sociedad justa y que ha implicado el sacrificio vital de muchas personas que han defendido sus valores, pero también requieren profundizar en la lucha en contra de la cosificación, la enajenación y la explotación producidas por el sistema; a favor de un humanismo; una educación crítica para niños, adolescentes y adultos; en contra de los efectos nocivos de las nuevas tecnologías; a favor de la defensa de los derechos de la mujer, de los pueblos originarios, del equilibrio ecológico y de las relaciones con Latinoamérica, pero, además, se requiere que se lleve a cabo una auténtica democracia. 

La izquierda debe dar una batalla contra la oleada de neofascismo y conservadurismo que ya está apareciendo en varios lugares. De todo ello depende el futuro. 

*Profesor e investigador de filosofía política en la UAM-I

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López Obrador asumió una postura antineoliberal y a favor de los pobres, y construyó una narrativa en torno a la cuarta transformación del país que despertó las esperanzas de las mayorías, pero también llevó a cabo una serie de alianzas con partidos, movimientos y personas que no eran de izquierda, como el PVEM o la iglesia La Luz del Mundo.
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