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Donar “es una forma de trascender y contribuir a la ciencia”: Luna Muñoz

El biobanco alberga una colección de 20 cerebros humanos y 400 fragmentos de tejidos. Foto
El biobanco alberga una colección de 20 cerebros humanos y 400 fragmentos de tejidos. Foto José Carlo González
18 de septiembre de 2025 08:21

“¿Donaría mi cerebro a la ciencia? ¡Por supuesto!”, afirma sin dudar José Luna Muñoz, doctor en ciencias biológicas y de la salud y director del Biobanco Nacional de Demencias (BND). Mientras coloca un cerebro en un frasco con formol en el laboratorio, agrega: “Mi padre donó su cerebro”.

Luna Muñoz apuesta por la donación del cerebro humano porque lo considera fundamental para estudiar enfermedades neurodegenerativas. “Los modelos animales (ratones, monos, peces cebra) o computacionales para realizar investigación no reproducen la arquitectura ni la conectividad del cerebro humano”, explica.

Desde el BND, Luna Muñoz impulsa campañas de sensibilización en torno a la donación de cerebros y ha creado un protocolo para quienes deseen contribuir. El proceso comienza cuando la persona comunica su intención al biobanco, que le entrega una carta de intención que debe ser llenada y firmada por el donante.

Este documento se imprime por triplicado: una se queda para la funeraria, la otra con un familiar y la original se entrega al biobanco. Al fallecer el donante, la funeraria traslada el cuerpo a un hospital para la extracción del cerebro, que no dura más de una hora. “El procedimiento se realiza con cuidado y respeto, el cuerpo se mantiene íntegro, no se lastima, no se daña”, asegura Luna Muñoz.

El traslado del órgano, el estudio histopatológico, la cirugía, no tiene ningún costo para los familiares, todo lo absorbe el biobanco.

El BND cuenta en la actualidad con 20 cerebros y cerca de 400 fragmentos de tejido, una cifra muy inferior al banco de cerebros de Brasil, que tienen 10 mil tejidos, gracias a una ley en caso de autopsias clínicas, que permite la obtención inmediata tras el fallecimiento.

En México, señaló el científico, prevalecen los tabúes: “las personas creen que donar un cerebro implica que se trasplante a otra persona, y esto no es posible. También creen que si una persona entra en crisis, los médicos ya no harían nada por salvarlo, pero tampoco tiene sustento”.

El BND recibe entre una y dos donaciones al año, la mayoría de personas con Alzheimer, otras enfermedades neurodegenerativas y de individuos con otras afecciones, todos necesarios para investigar factores de riesgo y comparar tejido normal con alteraciones. La mayoría son personas con enfermedades neurodegenerativas o sus familiares.

“Los padecimientos cambian la perspectiva y visión de las personas que están cerca”, apunta.

Para Luna Muñoz es importante que se implementen campañas de donación de cerebros e incluso, se discuta una ley al respecto.

“Es necesario que la sociedad se involucre en la investigación de enfermedades neurodegenerativas a través de la donación. Esta es una forma de trascender y de contribuir a la ciencia”, subraya.

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