El gasto en salud ha sido uno de los más rezagados en la primera mitad del año. En este ramo se han gastado 12 mil 745.5 millones de pesos menos de lo programado y ello se debe a menos recursos para atención directa a los pacientes respecto de lo que estaba previsto.
La Secretaría de Hacienda y Crédito Público reportó que hasta junio el subejercicio del gasto público en salud era de 35 por ciento, un rezago que pocas dependencias igualan, con la particularidad de que éste afecta varias áreas de atención directa a los pacientes.
Cuando se observan los programas a los que deja de llegar el dinero público, destaca el programa de vacunación, para el cual, hasta junio, apenas se había aprobado el gasto de 1.3 por ciento de los recursos previstos, 9.9 de los 736.2 millones que en teoría había para este rubro.
Le siguen los programas de salud materna, sexual y reproductiva, en los cuales se ha gastado 51 por ciento de los recursos presupuestados, 559 millones de pesos de un total de mil 95.1 millones. Estos subejercicios son la diferencia entre el gasto programado para cumplir ciertas metas que en teoría se definieron en el diseño del presupuesto y lo que en realidad se ha erogado.
Con rezagos de más de 30 por ciento se encuentran el programa de vigilancia epidemiológica, en el cual sólo se han gastado 57 por ciento de los recursos previstos, y atención a la salud, directamente relacionado con el servicio a pacientes, en el cual se habían usado hasta la mitad de año apenas 12 mil 382.8 millones de pesos de los 19 mil 889.8 proyectados.
Esto sólo considera los principales programas presupuestarios del ramo, que desde el primer trimestre ya mostraba rezagos en la aprobación y ejecución del gasto. En ese momento, la subsecretaria de Ingresos, Bertha Gómez Castro, justificó los subejercicios (no sólo los de salud) en un análisis realizado directamente con las áreas ejecutoras para realizar los ajustes:
El gasto no se recortó; el gasto se ajustó a los objetivos y metas planteados para 2025. El presupuesto autorizado corresponde a lo necesario para el cumplimiento de esos objetivos y metas, comentó desde el primer trimestre, cuando apenas se iba moviendo el presupuesto diseñado meses atrás, por la administración saliente y la entrante.
Retraso en compra de medicinas e insumos
En el caso de la salud, la funcionaria reconoció un rezago en la adquisición de medicamentos y material de curación –problema que se arrastra desde la administración pasada– y que se resolvería en abril con un aumento importante del gasto. Además, comentó que el problema lo estaban analizando de manera integral los organismos de atención: los institutos de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado (Issste) y Mexicano del Seguro Social, el IMSS-Bienestar, así como los servicios del Ejército y la Marina.
Sin embargo, además de que ya habían padecido recortes en sus presupuestos para este año, los hospitales con mayor demanda en el país también están enfrentando nuevas limitaciones para dar servicios directo a los pacientes. Por ejemplo, se restringen los estudios de laboratorio, incluso en áreas de hospitalización. El hospital Dr. Eduardo Liceaga sufrió un recorte de 12.8 por ciento en su presupuesto anual y el Dr. Manuel Gea González tuvo una merma de 12.7 por ciento.
Además de los recortes aplicados por personal administrativo de los hospitales, hasta junio, el Issste reportaba un subejercicio de 31 mil 119.9 millones de pesos (10.7 por ciento menos de los programado), debido a menores recursos erogados para pago de pensiones, servicios personales, materiales y suministros, y en servicios generales.
En las entidades no sectorizadas, donde se concentran los recursos del IMSS-Bienestar y otros entes como el Instituto Nacional de los Pueblos Indígenas (INPI), el subejercicio es de 6 mil 487.7 millones de pesos, 6.9 por ciento menos de lo proyectado, debido a que no se está gastando de acuerdo con lo planeado en los programas de Atención a la Salud y Medicamentos Gratuitos para la Población sin Seguridad Social Laboral; tampoco en el de Fortalecimiento a la atención médica ni en el de Bienestar Integral de los Pueblos Indígenas.
Mientras tanto, el gasto de bolsillo en salud (el que tienen que hacer los propios pacientes y sus familias pese a que supuestamente hay un seguro o cobertura del servicio público) se ha disparado en los últimos seis años, de acuerdo con la Encuesta Nacional de Ingreso y Gasto de los Hogares que elabora el Instituto Nacional de Estadística y Geografía.
Entre 2022 y 2024, este rubro se incrementó en casi 8 por ciento, superó los niveles observados en 2016 y 2018 en todos los segmentos de ingreso y la población de menores recursos fue la que gastó más como proporción de su ingreso.
El gasto de bolsillo en salud para los hogares del decil de menores ingresos fue de 3.6 por ciento de todos los ingresos en 2016. En 2024 alcanzó 3.9 por ciento, una tasa superior a lo que gastan el resto de las familias con mayores ingresos. Esta disparidad evidencia la falta de una política de salud efectiva para proteger a la población más vulnerable, apuntó la organización México ¿Cómo Vamos?