Ciudad de México. El empaque lleva la imagen del conocido osito sonriente y en Perú les llaman bimboletes (acá se les conoce como mantecadas). Según la trasnacional mexicana Bimbo, contienen menos de 0.5 por ciento de Ácidos Grasos Trans (AGT). Para la empresa, esa cantidad era equivalente a cero y, por lo tanto, los bimboletes no debían llevar una etiqueta de advertencia muy sencilla: “No los comas”.

Bimbo rechazaba poner la etiqueta porque así lo indican las regulaciones sanitarias de Estados Unidos. “¡Pero no estamos en EU, sino en el Perú!”, contó el episodio Jaime Delgado, director del Instituto Consumo de la Universidad San Martín de Porres, uno de los promotores de la prohibición total de los AGT (de producción industrial), causantes de medio millón de muertes prematuras cada año en todo el mundo.

El caso ilustra las resistencias múltiples que a lo largo de varios años enfrentaron los promotores de la prohibición de los AGT. Con todo, en 2013 Perú logró la prohibición total y estableció una ruta para su eliminación gradual. El plazo se cumplió en julio de 2021.

Bimbo aprovechó que una funcionaria del órgano regulador era también ejecutiva de la asociación de industriales a la que la empresa de origen mexicano pertenece, y a fines de 2021 logró echar atrás la prohibición. Por un tiempo, porque el escándalo que se desató provocó la destitución de Silvia Hooker, la funcionaria que firmó el documento que dejaba sin efecto la sanción a Bimbo.

Tras largos años de batallas legales y campañas de difusión, Perú ha conseguido, dijo Delgado, que “la palabra grasas trans sea ahora una mala palabra, porque suena a veneno”.

La empresa Bimbo, siguió Delgado, tiene un doble estándar, pues en Perú produce sin grasas trans, pero lo sigue haciendo en México y otras naciones.

En México la batalla está en curso. Una iniciativa de reformas a la Ley General de Salud que apunta a la eliminación de las AGT fue aprobada por el Senado y espera turno en la Comisión de Salud de la Cámara de Diputados.

El tema ha sido abordado, desde el gobierno, por el subsecretario Hugo López-Gatell, quien la víspera de la presentación de la iniciativa en la materia, advirtió que “intereses mezquinos de grupos económicos privilegiados” buscarán “sabotear” la reforma que eliminaría los AGT en la producción industrial de alimentos.

Uno de los argumentos socorridos de los opositores a este tipo de regulaciones es que se daña a las pequeñas empresas que no tienen la capacidad de cambiar sus métodos de producción. Se trata de un argumento falaz, dado que “las pequeñas empresas no producen con grasas trans, son las grandes”, dijo Delgado, uno de los ponentes en la presentación del Reporte Regional sobre la regulación de los Ácidos Grasos Trans en América Latina, elaborado por la Coalición América Saludable (CLAS) y Salud Justa Mx, un organismo civil que ha trabajado junto a las autoridades sanitarias en regulaciones encaminadas a atender la agenda de salud pública (el etiquetado frontal, por ejemplo).

La iniciativa, que fue aprobada por unanimidad en el Senado, volverá a manos de los senadores pues se le han hecho ajustes para precisar el alcance de la prohibición, según explicó Erick Antonio Ochoa, de Salud Justa Mx. “Hay perspectivas muy alentadoras de que este año podemos completar el proceso legislativo”.

El reporte da cuenta de los caminos tomados por cada país y se basa en entrevistas con expertos de organizaciones de Perú, Uruguay, Argentina y Brasil, naciones con experiencias exitosas en la eliminación de los AGT.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha recomendado la eliminación de los ácidos grasos trans producidos industrialmente (AGT-PI) con el fin de “prevenir enfermedades no transmisibles, como cardiopatías coronarias”.

Según el organismo, el aumento del consumo de grasas trans “se asocia a un aumento del riesgo de cardiopatía coronaria y de muerte por esta causa”. La ingesta de AGT causa más de medio millón de muertes prematuras cada año.

A la largo de un siglo, los ácidos grasos trans han sido utilizados por la industria para obtener mayores beneficios (ayudan a “dar mayor vida” a los productos ultraprocesados y a “estabilizar” su sabor) y han dañado a millones de personas, dijo Fabio Da Silva, asesor de Nutrición de la OPS/ OMS. “Sus únicos beneficios son comerciales”.