La proliferación de armas pequeñas y ligeras continúa alimentando los conflictos armados, el crimen organizado y el terrorismo en todo el mundo, advirtió este lunes Adedeji Ebo, alto representante adjunto de la ONU para Asuntos de Desarme, durante un debate del Consejo de Seguridad sobre los avances y desafíos del control de armamento.
Ebo alertó que “en el mundo circulan más de mil millones de armas de fuego”, una expansión que consideró “tanto un síntoma como un factor determinante de las múltiples crisis de seguridad” que enfrenta la comunidad internacional. Subrayó que su amplia disponibilidad “resalta la urgencia de atender las consecuencias de las armas pequeñas y ligeras ilícitas, cuyo alcance es considerable”.
Entre los avances, el funcionario destacó la adopción del Marco Global para la Gestión del Ciclo de Vida de las Municiones Convencionales —aprobado en 2023—, así como los compromisos alcanzados en la Cuarta Conferencia de Revisión del Programa de Acción sobre Armas Pequeñas y Ligeras, celebrada en 2024. En esta última, los Estados acordaron reforzar la cooperación para frenar la fabricación y el tráfico ilícito de armas, además de crear un grupo de expertos para examinar el impacto de las nuevas tecnologías en la producción armamentística.
Ebo también mencionó los esfuerzos regionales, como las hojas de ruta de control de armas en América Central, el Caribe, los Balcanes Occidentales y África, y la continuidad de la iniciativa “Silenciar las armas” impulsada por la Unión Africana. “Estas herramientas son pasos importantes hacia un marco global más coherente y efectivo”, afirmó.
El informe presentado al consejo subraya el impacto humano y económico del comercio ilícito de armas. Según datos de la Oficina de Derechos Humanos de la ONU, 48 mil civiles murieron en 2024 por causas relacionadas con conflictos armados, un incremento del 40 por ciento respecto al año anterior. En algunos escenarios, hasta el 30 por ciento de esas muertes fueron causadas por armas pequeñas.
Entre 2022 y 2024, el 88 por ciento de los casos de violencia sexual en conflictos documentados involucraron el uso de armas de fuego. La violencia armada, advirtió Ebo, “interrumpe la educación, destruye sistemas de salud y frena el desarrollo sostenible”, con graves consecuencias para la estabilidad social y económica.
Ebo llamó al Consejo de Seguridad a integrar de manera sistemática la dimensión de las armas ligeras en los mandatos de operaciones de paz y procesos de desarme, desmovilización y reintegración, e insistió en un enfoque con perspectiva de género y juventud. “La prevención debe ser inclusiva. Necesitamos políticas que desafíen los estereotipos de masculinidad violenta e incorporen las voces de mujeres y jóvenes en las estrategias de paz”, afirmó.
Finalmente, advirtió que “las armas que se fabrican hoy pueden alimentar los conflictos de mañana”, y subrayó: “Prevenir su desvío y fabricación ilícita es una responsabilidad colectiva. Si fallamos, el costo será una inseguridad cada vez más profunda”.