Ciudad de México. Son algo más que atletas obsesionados con la velocidad. Son ingenieros y compiten, pero no a la manera convencional de una justa deportiva. El equipo UNAM Motorsports está integrado por setenta jóvenes estudiantes de la Universidad y provienen de distintas disciplinas, su proyecto desarrolla autos prototipo de la Fórmula SAE, esto es el acrónimo en inglés de la Sociedad de Ingenieros Automotrices.
Este domingo de Gran Premio de la Ciudad de México, llaman la atención estos jóvenes a la entrada del Autódromo Hermanos Rodríguez. Uno de ellos, Emiliano de León, ingeniero en computación, está ataviado como piloto y apenas se le intuyen los ojos por el casco que lleva puesto. Otro estudiante, porta un letrero que solicita: “Ayúdanos a llegar a la competencia” y exhiben un gran cartel con el nombre y el logotipo del equipo.
“Estamos recaudando fondos para continuar con nuestro proyecto”, relata Samantha Paz, estudiante de 21 años de la facultad de Ciencias Políticas y Sociales.
“Si bien la UNAM nos apoya con las instalaciones para desarrollar el proyecto, los recursos económicos y materiales , así como lo necesario para participar en las competencias internacionales, todo tenemos que buscarlos por nuestra cuenta”.
La mayoría son futuros ingenieros en distintas ramas técnicas, pero también participan otros estudiantes que aportan conocimientos diversos. Además de los enfocados en la mecánica y la mecatrónica, hay jóvenes de computación, telecomunicaciones, diseñadores industriales, químicos y físicos, psicólogos y contadores.
“En México no tenemos competencia porque somos el único equipo con estas características”, explica Samantha; “pero a nivel internacional sí es muy complicado porque en Europa los estudiantes pertenecen a universidades con mayores recursos materiales. En Alemania, la universidad de Stuttgart es una de la que más premios se lleva porque sus alumnos tienen más apoyos que los de otras regiones”.
Y cómo compiten estos jóvenes estudiosos que desarrollan tecnología. No es como en el automovilismo tradicional. No se trata de acortar tiempos ni adelantar posiciones sobre una pista. Lo que se evalúa en los torneos, que se realizan en diversas partes del mundo, es una serie de pruebas.
La competencia evalúa diversos elementos del prototipo, tanto en sus aspectos mecánicos, como de diseño y tecnología. Y desde luego -aclara Emiliano- de comportamiento sobre la pista.
“Somos ingenieros y pilotos”, dice Emiliano a través del casco de corredor; “tenemos que demostrar el desempeño del auto sobre la pista y para eso tenemos que estar capacitados en el manejo”.
Cada prueba entrega un premio y al final se suman todos los resultados para declarar un vencedor de toda la competencia.
El automovilismo suele ser una disciplina un tanto elitista- admite Emiliano- normalmente son gente que por tradición de familia se involucran en distintas categorías de competencia.
“Nosotros somos estudiantes. Llegamos a esto por nuestros propios intereses académicos y porque nos gusta. Aunque sí es costoso un año con este proyecto, en el que necesitamos unos 300 mil pesos en promedio y los obtenemos mediante los patrocinadores (empresas automotrices y de tecnología mecánica, principalmente)”, explica Samantha.
 
 
                