La falta de infraestructura adecuada, como elevadores que funcionen, rampas y señalizaciones, representa un obstáculo para las personas con discapacidad que utilizan a diario el Sistema de Transporte Colectivo (STC) Metro.
En un recorrido por estaciones de las líneas B, 4, 9 y 2 se observó que, por ejemplo Tacubaya, que conecta con las líneas 1 y 7, no cuenta con rampas, mientras en Martín Carrera, de la línea 4, no hay elevador, lo que complica el traslado cotidiano para este sector.
En la estación San Lázaro, de la línea B, hay un peralte de metal balizado que se encuentra antes de iniciar las escaleras de concreto, que sobresale varios centímetros y que obliga a las personas a sujetarse del barandal para pasar, lo que representa un riesgo, especialmente para usuarios con discapacidad.
“El primer escalón está muy alto y es inaccesible; yo todavía puedo caminar, pero hay gente que viene con andadera, no es justo que tengamos este tipo de peligro, por lo que estaría bien que analizaran cambiar esa estructura”, dijo Sara Escamilla, quien tiene discapacidad visual. Además, señaló que la mayoría de los elevadores no funcionan y que no es posible que en estaciones como Ciudad Azteca sean usados por ambulantes para mover su mercancía.
Por su parte, Salvador Méndez, estudiante de la Escuela Nacional de Ciegos, indicó que los accesos también necesitan ser inspeccionados, ya que con frecuencia no se respetan las guías amarillas y se instalan puestos que las bloquean. Comentó que otro problema es que en ocasiones no hay policías para ayudarlos a usar el elevador, y que ahora requiere de una tarjeta de acceso que ellos tienen para poder ingresar.
En tanto, Mario, quien tiene discapacidad motriz y trabaja en el estado de México, expresó que usar el Metro resulta complicado debido a la falta de rampas y elevadores, por lo que pidió atención en esos temas.
Por su parte, José Orión, especialista en protección civil, seguridad e higiene, apuntó que las medidas implementadas para que estas personas puedan desplazarse no cuentan con una buena planeación ni funcionalidad, ya que algunas rampas parecen resbaladillas y no existe una política a largo plazo que realmente involucre a esta comunidad.
Agregó que es importante considerar que no todas las discapacidades son visuales, ya que algunas personas padecen enfermedades respiratorias, para quienes subir escaleras representa un desafío, y enfatizó que todos los programas de protección civil deben contemplar en sus procedimientos de emergencia a este grupo.