La Ciudad de México se ha consolidado como un destino turístico de relevancia nacional e internacional. Sus atractivos culturales, gastronómicos y arquitectónicos, sumados a la oferta de eventos deportivos y religiosos, han convertido a la capital en un polo turístico que recibe más de 15 millones de turistas al año y donde el turismo representa casi el 10% del PIB[1]. Por ello, no sorprende lo amplio que es el ecosistema de hospedajes de la ciudad, con un 48.9% de visitantes hospedándose en hoteles, un 35.2% en casas de familiares o amigos y un 15.1% en alojamientos temporales publicados en plataformas[2].
Al menos 20 plataformas transnacionales operan en la ciudad
En la capital, los turistas pueden elegir entre al menos 20 plataformas transnacionales, como Airbnb, Expedia, Vrbo, Booking, Hostelworld, Best Day, Trip, Despegar, Hoteles, Tripadvisor, Skyscanner, Planet of Hotels, Google Vacation Rentals, Agoda, Amimir, Wego, BluePillow, Kayak, Viator y Atrápalo. Además, existen marketplaces como Facebook y Mercado Libre donde se pueden encontrar cientos de alojamientos, así como páginas web propias y perfiles de redes sociales donde se puede reservar directamente con el anfitrión. Esto quiere decir que, un mismo alojamiento temporal puede ofrecerse al mismo tiempo en al menos 20 plataformas.
Actualmente, los anfitriones y las plataformas digitales están sujetos al pago del Impuesto Sobre el Hospedaje (ISH) de 5%, superior al 3.5% que aplica a los huéspedes en hoteles. Sin embargo, de las más de 20 plataformas que operan en la ciudad, se tiene registro que solo un par cumple con sus obligaciones fiscales.
Una regulación restrictiva no atiende el problema de la gentrificación, pero sí puede generar graves consecuencias
En octubre de 2024, el Congreso local aprobó una iniciativa que impone límites a la renta de corta estancia con un máximo del 50% de noches al año, con el objetivo de mitigar la gentrificación.[3] En este sentido, la pregunta es evidente: si mañana se aplica la limitación o restringe más la actividad o se aplica este límite de noches al alojamiento temporal, ¿qué terminará por ocurrir en la Ciudad de México? ¿Regresará el alojamiento temporal al mercado de largo plazo o se disparará la informalidad?
Aún es pronto para dar un veredicto, pero se puede comparar con experiencias internacionales previas. En el caso de Nueva York, a dos años de la implementación de una regulación para alquileres temporales que permite un máximo de 30 noches al año, no ha regresado vivienda al mercado de largo plazo, no han bajado los precios de la renta (de hecho subieron 8%) y han incrementado los precios de hoteles en más de 12% desde hace un par de años[4]. Barcelona, que desde hace once años tiene restringidas las licencias de alojamiento temporal y una política de zonificación agresiva, sigue enfrentando una crisis de vivienda donde uno de cada cuatro barceloneses se ha tenido que mudar de casa en los últimos 5 años[5]. En estas capitales turísticas globales hay dos comunes denominadores: 1) no se ha solucionado el problema estructural de escasez de vivienda y de gentrificación; y 2) se disparó la informalidad del alojamiento temporal.
¿Qué esperar entonces para la Ciudad de México?
Con solo dos plataformas cumpliendo con la recaudación correspondiente en la capital del país y tomando la experiencia internacional, podríamos inferir que los anfitriones terminarán por migrar a otros canales de promoción y comercialización, teniendo como opción al menos 20 plataformas digitales, esto sin contar los anuncios que se encuentran en los marketplaces de las redes sociales y las páginas web propias.
Un mercado negro o informal traería consecuencias claras: mayor riesgo de fraudes a viajeros, incremento de riesgos de protección civil en lo alojamientos por dificultad de verificar normas, pérdida de competitividad como destino turístico, disminución de la recaudación fiscal, así como afectación a la economía local y al tejido social.
La Ciudad de México enfrenta un reto: equilibrar la regulación con la preservación de un sector que aporta ingresos significativos y diversifica la oferta turística. Lo cierto es que ya existe un mercado negro de alojamientos temporales en la CDMX, y podría agravarse si se endurecen las restricciones. A menos de un año del Mundial, cuando la atención global estará puesta en la capital, los riesgos son altos. Ninguna ciudad que ha optado por restricciones severas para los alojamientos temporales ha logrado abaratar las rentas de largo plazo; en cambio, sí ha dañado su turismo y su economía local a partir del fortalecimiento de la informalidad. La Ciudad de México no debería repetir ese error y en cambio debería apostar por una regulación que proteja a la ciudad y al turismo sin sofocar su desarrollo.
[1] https://www.turismo.cdmx.gob.mx/comunicacion/nota/registra-actividad-turistica-en-la-ciudad-de-mexico-derrama-economica-de-20-mil-419-mdp-durante-enero-y-febrero
[2] https://www.turismo.cdmx.gob.mx/storage/app/media/qr/perfil_del_turista_2024.pdf
[3] https://www.congresocdmx.gob.mx/comsoc-congreso-aprobo-reforma-regular-servicio-estancia-turistica-eventual-5593-1.html
[4] https://www.wsj.com/real-estate/new-yorks-airbnb-crackdown-in-force-for-two-years-hasnt-improved-housing-supply-eb231536
[5] https://elpais.com/espana/catalunya/2025-05-05/la-mitad-de-los-habitantes-de-barcelona-sufre-la-crisis-habitacional-y-los-expertos-piden-medidas-complejas.html