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Agosto rebelde

EZLN lanzó un importante documento que dio coordenadas teóricas y políticas a diferentes luchas del país y del mundo: La Sexta Declaración de la Selva Lacandona. Foto
EZLN lanzó un importante documento que dio coordenadas teóricas y políticas a diferentes luchas del país y del mundo: La Sexta Declaración de la Selva Lacandona. Foto José Carlo González
09 de agosto de 2025 00:03

Hace 20 años, en junio de 2005, en medio de un México convulso que vivía estallidos sociales y represiones por toda su geografía, el EZLN lanzó un importante documento que dio coordenadas teóricas y políticas a diferentes luchas del país y del mundo: La Sexta Declaración de la Selva Lacandona. 

En ella, los mayas zapatistas ratificaron el carácter autonómico de su lucha: cansados de las traiciones y represiones de gobiernos y partidos políticos de todos los colores, se enfocaron en el fortalecimiento de su autonomía, con estructuras como los municipios autónomos rebeldes zapatistas, las juntas de Buen Gobierno y los caracoles, fortaleciendo además la parte civil del zapatismo. 

Con la Sexta, también ayudaron a caracterizar lo nuevo y las continuidades en el sistema. Hicieron hincapié en el papel que juegan las guerras en el capitalismo, así como las cuatro ruedas que lo sostienen: explotación, despojo, represión y desprecio, pero los zapatistas no sólo dotaron de un corpus teórico y conceptual de caracterización y crítica al sistema; también mostraron con su propia experiencia un ejemplo concreto de cómo atacarlo: 

“Nosotros sólo decimos que el nuestro es un anticapitalismo más modesto: es el que apunta al corazón mismo del sistema. Podrán cambiarse los hábitos de consumo de una sociedad o las formas y medios para circular las mercancías, pero si no cambia la propiedad de los medios para producir, si no desaparece la explotación del trabajo, el capitalismo seguirá vivo y actuante”. 

En lo internacional, se propusieron establecer relaciones de respeto y apoyo mutuo con diferentes organizaciones, así como mantener reuniones encuentros intercontinentales. En México se plantearon “ir a escuchar y hablar directamente, sin intermediarios ni mediaciones, con la gente sencilla y humilde del pueblo mexicano”, para construir un “programa que sea claramente de izquierda, o sea, anticapitalista, o sea, antineoliberal, o sea por la justicia, la democracia y la libertad para el pueblo mexicano”. El carácter de izquierda anticapitalista e internacionalista del EZLN ayudaba así a imaginar nuevos horizontes de lucha. 

Mucho ha pasado a lo largo de estos 20 años. Los pueblos zapatistas siguieron empeñados en fortalecer su proyecto, que ha sobrevivido ya a cinco sexenios. En ese tiempo, no sólo han resistido guerras abiertas y encubiertas, ataques de grupos paramilitares, el hostigamiento constante de fuerzas legales e ilegales, de corporaciones locales, estatales y federales. 

Algunos de sus integrantes han vivido el asesinato, el encarcelamiento, la tortura… la represión y el desprecio, como ellos lo llaman. Con todo en contra, han sostenido su proyecto, dotando de escuelas, hospitales, clínicas, vivienda, alimentación, artes y mucho más a sus bases de apoyo. Han llevado a cabo incluso ejercicios autocríticos que los llevaron a cambiar sus estructuras. En sus territorios no existe el crimen organizado, no hay personas desaparecidas ni feminicidios. Son territorios de paz en un país en guerra. 

Mejor aún, en estas décadas el EZLN ha mantenido su solidaridad con otras luchas de México y del mundo: con pueblos originarios, con colectivas de familias buscadoras, con Ayotzinapa, con el magisterio rebelde… con Palestina, siempre con Palestina. 

En 2021, cuando el mundo se encerraba y era obligado a mantener “aislamiento social” a consecuencia de la pandemia, los zapatistas, junto con cientos de colectividades y personas de todo el planeta, lanzaron un nuevo llamado: Una declaración por la Vida. 

Ahí, luego de mencionar algunos de “los dolores de la tierra” causados por el sistema, al que caracterizaron de “explotador, patriarcal, piramidal, racista, ladrón y criminal”, los firmantes asumieron un compromiso: “luchar, en todas partes y a todas horas –cada quien en su terreno– contra este sistema hasta destruirlo por completo. La supervivencia de la humanidad depende de la destrucción del capitalismo. No nos rendimos, no estamos a la venta y no claudicamos”. 

El EZLN acompañó la Declaración por la Vida de una nueva encomienda: llevar por aire y por mar a casi dos centenas de zapatistas para encontrarse con otros que luchan, en un primer momento, en la Europa Insumisa. 

En estos días de agosto rebelde, en el Caracol de Morelia en la Chiapas Zapatista, se lleva a cabo el Encuentro de Resistencias y Rebeldías Algunas partes del todo. Hasta allá acuden personas de al menos 37 geografías. Es una compartición de experiencias prácticas de resistencias antisistémicas, del mundo nuevo y muy otro que está naciendo en medio de guerras y catástrofes. 

En un mundo en el que neoconservadores y neoliberales se disputan la conducción del plantea sin abandonar la explotación capitalista, se vuelve urgente la emergencia de una tercera opción. Los anticapitalistas que en estos días se reúnen en Chiapas pueden ayudar a cambiar el mapa: contagiar y expandir el virus de la resistencia por todo el mundo. 

Mientras, ¡alto al genocidio en Palestina! 

*Sociólogo 

X: @RaulRomero_mx

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