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Sin delitos graves o evidencia criminal, mayoría de arrestos de migrantes en EU

Una mujer escapa de una redada policial durante una protesta del fin de semana, en Los Ángeles.
Una mujer escapa de una redada policial durante una protesta del fin de semana, en Los Ángeles. Foto Ap
17 de junio de 2025 06:46

Nueva York y Washington., El gobierno de Donald Trump ordenó intensificar las detenciones de indocumentados en las principales ciudades del país, acusando que sus gobiernos demócratas –que abren las fronteras a extranjeros– son parte de un complot de izquierda radical con el propósito de destruir a este país, a excepción de las industrias agrarias, hoteles y restaurantes, incluyendo tácticas que algunos consideran desapariciones.

Operaciones de captura y detención de inmigrantes de alto perfil–algunas manejadas como si fueran espectáculo– en diferentes ciudades y pueblos del país, se realizan por agentes del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE, por sus siglas en inglés) y agentes de Investigaciones de Seguridad Interna, HSI, con rostros cubiertos y rehusando mostrar identificación oficial que incluya nombre y número, como si fueran operaciones clandestinas.

Pero en algunos casos se emplean tácticas aún más extremas que el periodista Jonathan Blitzer, de The New Yorker, califica de desapariciones. Explica que no hay documentación real sobre la evidencia que se está utilizando contra la gente acusada de ser parte de pandillas, y hemos visto a personas básicamente ser desaparecidas sin ninguna rendición de cuentas. Afirma que algunos de éstos ya estaban dentro del sistema de tribunales de migración y que de repente se esfuman de los registros... en tiempo real.

Blitzer agrega que lo anterior está sucediendo con personas sin ningún antecedente criminal, que ingresaron a este país bajo las reglas e instrucciones del momento, esperando una audiencia ante un juez sobre sus casos de asilo. “Pero el gobierno de Trump ha interrumpido dichas condiciones y propala que no les importa, que acusarán a quien sea –con evidencia no demostrable– de pertenecer a una pandilla criminal, y con ello justifican enviarte a una prisión a donde ya no hemos visto ni escuchado más de estos hombres.

“Estamos entrando en un terreno que, pienso, no tiene precedente. Todo, sin importar la condición legal de cada acusado ni obedecer los tribunales o el proceso debido. Eso es nada menos que la suspensión del imperio de ley…. Y eso, eventualmente, afectará a todo estadunidense…. Es espantoso.”

De hecho, David Bier, director de investigaciones sobre migración del conservador The Cato Institute, revisó las casos de 240 venezolanos enviados por el gobierno de Trump a la famosa megaprisión en El Salvador, y descubrió que por lo menos 50 de ellos llegaron a Estados Unidos con documentos y jamás violaron las leyes migratorias.

El mayor problema para el presidente y su gobierno es que, en sentido contrario a la retórica oficial, no hay tantos migrantes con historial criminal violento. De hecho, los indocumentados cometen menos delitos que los ciudadanos de Estados Unidos. Aunque el gobierno ha repetido que su principal objetivo es detener y deportar a criminales, menos de 10 por ciento de las personas sin papeles de residencia detenidas por ICE desde octubre del año pasado han cometido delitos graves, reportó CNN.

Mientras, Trump ha dejado mareados a los expertos, periodistas y seguramente a sus propios oficiales al emitir órdenes contradictorias en los cinco días recientes.

Trump ordenó a las autoridades de migración hacer todo dentro de su poder para la importante meta de lograr el programa de deportación masiva más grande de historia. Para ello, instruyó que las autoridades amplíen los esfuerzos para “detener y deportar a extranjeros ilegales en las ciudades más grandes de Estados Unidos, como Los Ángeles, Chicago y Nueva York”. Ese mensaje se dio el domingo, un día después de que en esas ciudades –con gobiernos demócratas– tuvieron lugar algunas de las marchas más numerosas en el día de más de 2 mil actos para manifestar el repudio al gobierno de Trump en el país.

Todo indica que no hay un consenso dentro de su gobierno sobre este tema, ya que el arquitecto de su política antimigrante Stephen Miller, su secretaria de Seguridad Interna, Kristi Noem, y el llamado zar fronterizo insisten en que continuarán las redadas donde se asientan los indocumentados, pero su secretaria de Agricultura, Brooke Rollins, y otros de su gabinete económico –y el propio presidente– están recibiendo quejas de sectores empresariales que dependen de la mano de obra migrante.

El miércoles y jueves de la semana pasada, Trump ordenó suspender investigaciones y operaciones antimigrantes en la industria agraria (se calcula que 42 por ciento de los jornaleros agrarios son indocumentados), restaurantes y hoteles, ya que empresarios de esas ramas declararon que las medidas del Ejecutivo estaban teniendo un impacto negativo sobre productividad.

Ahora, varios legisladores federales latinos del Partido Republicano enviaron una carta al jefe interino de ICE solicitando que se dé prioridad a la detención y deportación de migrantes condenados por delitos graves.

Los espectáculos de alto perfil de persecución, y a veces detención violenta de migrantes, sigue teniendo el efecto deseado de aterrorizar comunidades tanto en ciudades, pueblos como en zonas rurales. No obstante, circulan cada vez más escenas de protesta, condena y hasta confrontación de los vecinos con los agentes. A la vez, las comunidades migrantes están empleando sus organizaciones, medios y redes para alertar, educar y defenderse, logrando frustrar y obstaculizar estos operativos, y, por lo menos, obligando a las autoridades a respetar ciertos derechos legales básicos.

Más aún, las cada vez más intensas respuestas de repudio a las razias están preocupando a políticos republicanos, considerando que han detonado un movimiento tal vez más grande de lo que ellos esperaban en lugares como Los Ángeles. Por ejemplo, en un partido de beisbol en el estadio de los Dodgers, la cantante Nezza, invitada para entonar el tradicional himno nacional con que se inician los partidos, decidió ofrecer la versión en español (comisionada por el presidente Franklin Roosevelt, en 1945) a pesar de que se le ordenó a hacerlo en inglés. Lo hizo, dijo, en solidaridad con los migrantes y en protesta por las redadas. Unos días antes, en el estadio de futbol de LAFC en la misma ciudad, el público sacó mantas enormes con mensajes de solidaridad con los extranjeros y corearon consignas contra de ICE.

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