Toluca, Mex. Por las calles que rodean el estadio Nemesio Díez, en Toluca, cientos de personas dieron vida a una marea sui géneris que está en constante movimiento. Las camisetas de los Diablos Rojos avanzaron como lava de un volcán en erupción y cubren la mayor parte de la superficie.
El humo se apreciaba en todas direcciones. “Borracho/ yo voy cantando/ con mis amigos voy festejando un triunfo más/ loooco soy por el rojo”, cantan sobre el cemento caliente los más fanáticos del equipo, cuando el autobús que transportaba al plantel del América, el otro finalista de la Liga Mx, intenta ubicar la entrada principal del estacionamiento.
“¡Rateros, rateros!”. Los gritos de mujeres grandes y pequeñas resonaron en una nube de polvo, bombas humeantes y vapor, provocado por la caballería de los elementos policiales. Durante más de 20 minutos, el chofer del autobús que presume el tricampeonato de Liga maniobra según lo que le indican los oficiales desde el parabrisas. Al centro de la avenida se abre un espacio por donde fluyen los desechos de caballos, dejando constancia que no todo es belleza y buenos olores en la gran fiesta del futbol mexicano.
La lluvia le añade un toque adicional a esa coyuntura, produce que las banquetas estén a punto de reventar. La marea roja se calma por un instante, muy cerca de las puertas del estacionamiento, pero a la distancia se observa como las ondas de los cánticos, las rechiflas, el “¡Dale, dale, Ro!” y el aroma de los choripanes proveniente de los puestos de comida siguen en constante movimiento. Son pocas las personas que acuden al Nemesio Díez con la camiseta americanista. “¡Hoy gana su papá!”, advierte un grupo reunido en la única tienda de abarrotes que permanece abierta.
Los revendedores también hacen su negocio. Ofrecen boletos en 10 mil y 15 mil pesos, según la zona que requieran los seguidores, pero no dan la garantía de que funcionen al pasar los filtros de seguridad. Mientras algunos negocian una rebaja en los precios, otro ruido quebranta la armonía en las calles.
Es el momento en que los jugadores de los Diablos se enfilan al vestidor. “Junto al Nevado nací/ del Rojo me enamoré/ con los goles de Cardozo que yo tanto festejééé”. La ilusión por un nuevo campeonato, el número 11 en primera división, ha convertido en un epicentro pasional el denominado infierno de los Diablos.