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Ciudad perdida

20 de febrero de 2024 09:54

Nace un candidato.

El escenario: un Zócalo que según los observadores verdaderamente independientes fue una marcha numerosa, menos gente que en la anterior. Pueblo y jóvenes ausentes. Clase alta la mayoría, poca clase media.

La lectura del diagnóstico busca echar luces detrás del velo que con mucha maña se colocó el domingo sobre la concentración del Zócalo. ¿De verdad se convocó a la defensa de la democracia o se trató de bautizar a un político que cumple con las exigencias de los que no aceptan a la seño de las gelatinas y a quien no terminan de aceptar? ¿Será que lo van a preparar desde ya para el 30 y el acto fue el inicio de la campaña?

¿Será que se está tratando de crear un ambiente de confrontación que justifique alguna de las atrocidades de esas que acostumbra la derecha?

La plataforma: un paseo, todo el día de ayer, por los medios electrónicos en los que se sirvió de demagogia a cucharadas grandes, y recalcó las contradicciones que dejó salir en la plaza mayor del país. No obstante, la campaña se echó a andar y en cada uno de los espacios el orador de la derecha hizo resonar sus argumentos; se convirtió en el can-di-da-to que esperaba la derecha, de eso ya no hay duda.

Mientras Xóchitl, la seño de las gelatinas, languidece en sus aspiraciones porque nunca ha sido la candidata de derecha. Simplemente no la quieren, fue la salida de emergencia para una competencia en donde ellos perdían en cero, pero nada más.

Ahora, Lorenzo el magnífico se propone como el salvador del naufragio de la derecha para tomar la estafeta, de una vez o para 2030, siempre que su campaña se inicie en breve, aunque todos los datos nos aseguran que ya empezó.

Esto, la campaña de Lorenzo, en verdad que está frente a nosotros porque la estrategia es, sin duda, ir construyendo su escalera para trepar a la candidatura que se ve vacía por más que trabaje la seño.

Por eso la entrevista en carrusel por las estaciones de radio, por eso, por fin, la propuesta fantasmagórica de la oposición que dice ir en defensa de la democracia, cualquier cosa que quiera decir con eso, y con ese fin el cuidado de periodistas y locutores que insistían en colocarlo como el héroe de la democracia mexicana.

Lorenzo es hijo, o mejor dicho huérfano del príismo y la adopción más reciente del PAN, aunque esto no se diga públicamente, porque la otra parte del plan es ocultar lo obvio.

Se trata de presentarlo como el candidato ciudadano, el que no carga con el pasado de la militancia en los impresentables partidos que lo apoyan y que serían su plataforma de despegue. El salvador.

Entonces, queda claro: nace un candidato, el redentor de los intereses de una derecha, del neoliberalismo que ha perdido a sus pillos y que no había encontrado al político que los pusiera en el juego del poder una vez más.

Por lo pronto, nadie le preguntó: Lorenzo, ¿quieres ser candidato? ¿Por qué será?

De pasadita

Si alguien supuso que con la publicación de la lista de candidatos de Morena a los muchos puestos que están en juego en la elección que viene los ánimos de las tribus se calmarían, simplemente falló. La guerra está a todo lo que da.

Ya les habíamos adelantado los problemas en Gustavo A. Madero y cómo el aún senador doble C, César Cravioto, incondicional de Martí Batres y encargado fallido de la reconstrucción, andaba con ganas de convertirse en alcalde. Nadie le hizo caso y seguramente ya le dieron un premio de consolación que tendrá que aceptar. Así va el marcador.

 

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