Ciudad de México. La reventa ha sido un territorio libre en la Liga Mx, aunque ahora cada vez se acerca más a la violencia. Las épocas en las que los aficionados se formaban con mayor tranquilidad para comprar un boleto parecieran de antaño; desde hace un par de torneos comienzan a ser más comunes las escenas de desmanes relacionados con este problema en la apertura de taquillas, como el episodio del martes en el estadio Azteca para adquirir entradas de la final entre América y Tigres.
En una hipótesis, pareciera que los revendedores están en contubernio con ciertos elementos de autoridad o las fuerzas del orden de los estadios, probablemente por una tajada económica
, dijo Fernando Segura, doctor en sociología por la Escuela de Altos Estudios en Ciencias Sociales en París y especializado en la violencia en el futbol.
Es poco probable pensar que si el aficionado ve la reventa, no lo hagan las fuerzas de seguridad o que no sepan quiénes están relacionados.
Así como el futbol genera un negocio visible con televisoras, patrocinios y esquilmos, también crea una economía informal que va precisamente desde una especie de renta ilegal por estacionar un automóvil en vía pública hasta la reventa de boletos con precios exorbitantes, ambos como parte de un ambiente hostil y que margina al aficionado de la experiencia del deporte como entretenimiento, detalló.
Nos hemos acostumbrado a que la violencia existente sea parte del paisaje futbolístico. El ambiente cada vez es más hostil para el seguidor. Es la reventa, el pago por estacionamiento en vía pública e incluso que te traten como ganado al entrar al estadio entre empujones, pues con el FanID el ingreso también se vio afectado
, apuntó.
Los mecanismos oficiales para comprar boletos son las taquillas y por Ticketmaster. No obstante, en las ventanillas del estadio, los seguidores pueden enfrentarse con grupos de personas que acaparan los boletos entre episodios de violencia, mientras al comprarlos por Internet también suele haber complicaciones por la saturación del sistema. Así, a veces, la última vía es la reventa.
Apenas habían pasado unas horas desde que comenzó el martes la preventa para abonados de la final de vuelta y las ofertas de boletos ya rondaban por redes sociales y páginas especializadas en Internet. Ninguno respetaba los precios oficiales, por lo que las entradas pasaron de 2 mil 800 pesos –que era el precio más alto– a más de 50 mil.
Los desmanes del martes en el recinto de San Úrsula son una escena que ya han ocurrido antes de otros encuentros, sobre todo los de alta demanda, como el clásico nacional o el capitalino. Incluso cuando salieron a la venta los boletos para el duelo entre América y Chivas en septiembre, se registró una trifulca en las taquillas del estadio.
En todos los casos, aficiona-dos han manifestado que varios grupos –señalados como revendedores– se filtran a las filas y aunque sólo se permite comprar cier-tos boletos por persona, hay quienes llegan con credenciales de aficionados y compran un mayor número de entradas.
Con la reventa es natural que haya hartazgo de algunos seguidores; hay personas que acamparon hasta 12 horas haciendo filas y se les cuela gente entre empujones, enfrentan incluso a porros, porque el revendedor no está solo, generalmente hay una red
, indicó Segura.
Si bien los boletos se agotan, es fácil conseguirlos, pero con el riesgo de un fraude.
Al visitar la explanada del estadio, incluso en un día sin partido o apertura de venta de boletos, los revendedores ya acechan con los clásicos ¿te sobran o te faltan?
o ¿de cuál boleto buscabas?
Incluso hay quienes te dan su número telefónico para que los consideres como tu revendedor de confianza
.
Pregunta cuando quieras por el boleto que desees
, dicen. Tengo desde partidos, conciertos hasta (actos) religiosos, de lo que sea
, ofrecen con un tono amigable en un intento de convencimiento. Pueden estar caros, pero así cuesta conseguirlos
, remata con una sonrisa que se ampara en la impunidad.