Ciudad Juárez, Chih. Familias, parejas de la diversidad sexual y personas adultas mayores, disfrutaron la noche de sábado la proyección gratuita del concierto que Alberto Aguilera Valadez dio en Bellas Artes en 1990, acompañada de escenas del documental de Netflix Juan Gabriel: debo, puedo y quiero, en la Plaza de la Mexicanidad de Ciudad Juárez.
Más de 10 mil personas se congregaron en dicho lugar también conocido como monumento La X, a unos metros del bordo del río Bravo y la frontera con Estados Unidos, al unisono todos cantaron temas como Amor Eterno, Hasta que te conocí, Que te falta mujer y No me vuelvo a enamorar.
La proyección bajo auspicio de la Secretaría de Cultura federal y el Gobierno Municipal de Ciudad Juárez, se trasladó a la plaza de eventos masivos desde la calle Colombia, afuera de la residencia del cantautor, que ahora es el museo Juan Gabriel, para hacer justicia a la relevancia del también llamado Divo de Juárez, en la tierra fronteriza que lo vio nacer como leyenda.
El evento inició a las 19 horas, pero desde las cinco de la tarde cientos de personas había llegado a La X, buscaban ocupar las primera filas en la explanada, cuando se escucharon las primeras canciones, la plaza abarrotada era una romería con venta de antojitos, recuerdos como playeras, gorras, hasta estampas de San Juan Gabriel a 50 pesos cada una, mientras madres e hijas y abuelas y nietos se tomaban selfies.
Entre la multitud, una abuela y su esposo que se previnieron con jorongos para el frío, una pareja de hombres tomados de la mano y con sombrero vaquero, un joven con texana de lentejuela, adolescentes con playeras del equipo de futbol Bravos Juárez y jovencitas, todos cantaban el éxito musical Yo no nací para amar.
Los aplausos desbordaron cuando se escuchó el popurrí No tengo dinero, Me he quedado solo, No se ha dado cuenta y Buenos días señor sol, interpretado por Juan Gabriel en Bellas Artes, acompañado por coro de niños del albergue y escuela Semjase de Ciudad Juárez.
Con aplausos terminó el concierto, los asistentes salieron satisfechos, con la seguridad de saber que El Divo de Juárez pertenece a esta frontera, donde empezó “desde mero abajo para llegar hasta mero arriba”, ciudad a la que nunca olvidó y a la que le dedicó 11 de sus canciones.