Por lo que toca al problema de desigualdad económica, éste continúa existiendo; sin embargo, de acuerdo con la Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares 2022, han mejorado los ingresos de los hogares más pobres, los cuales aumentaron en 20 por ciento, según el economista Gerardo Esquivel. Este progreso se atribuye a las políticas gubernamentales implementadas desde 2018, que incluyeron el aumento del salario mínimo en 120 por ciento en términos reales y la aplicación de programas sociales, que benefician a 70 por ciento de los hogares y son considerados ya derechos constitucionales.
Las brechas de ingresos entre los más ricos y los más pobres han disminuido, así como la desigualdad regional. En 2016, los ingresos del 10 por ciento más rico eran 20 veces mayores que los del 10 por ciento más pobre, pero esta diferencia se redujo aproximadamente a 15 veces en años recientes. Estas disparidades regionales disminuyeron, como se evidencia en Chiapas, donde los ingresos trimestrales por hogar aumentaron significativamente de 32 a 39 mil pesos.
Respecto a la concentración de poder en un solo grupo político, la situación actual muestra pluralidad mayor, sobre todo en el ejercicio del poder. Un ejemplo es la Suprema Corte de Justicia de la Nación, que ha limitado en diversas ocasiones iniciativas presidenciales, lo que demuestra una distribución más equitativa del poder y un control más efectivo de las acciones gubernamentales. Por ejemplo, cuando evitó que el llamado plan B, consistente en una serie de reformas electorales, entrara en vigor.
No cabe duda de que estos avances en la distribución del ingreso y el ejercicio del poder son significativos y no pueden desecharse, pero a 113 años de iniciada la Revolución, sus metas todavía están lejanas.