Hace 63 años me recibí como abogado de la Escuela Libre de Derecho. Tuve excelentes maestros como Jorge Castañeda de la Rosa, quien en esa época trabajaba como director en la Secretaría de Relaciones Exteriores. Don Jorge nos impartía cátedras que iban más allá del ámbito profesional, desvaneció en nosotros las ingenuas creencias que teníamos del orden panamericano y del régimen político vigente en México. Aunque formaba parte del sistema, tenía una actitud muy crítica. Gracias a él conocí a don Daniel Cosío Villegas y entendí lo que era verdaderamente México y sus instituciones.
La práctica del Derecho la inicié en el despacho Hardin Hess y Suárez por invitación de mi tío Enrico Pinchetti, reconocido en Derecho Fiscal y quien fue fundamental en mi vida: fue una razón para cursar esa carrera, además de la ausencia de matemáticas en el plan de estudios.
El despacho tenía corresponsalía con uno muy importante en Wall Street, pero prosperó tanto que fue superior a su asociado. Estaba ubicado en la calle López 1 y avenida Juárez, frente a Bellas Artes. Aprendí que la faceta práctica en la formación de abogados es más importante que el aprendizaje en las aulas. Era apasionante ver reunido a un extenso equipo de expertos para que cada uno, desde su especialidad, enfrentara los problemas más complejos de los clientes. La discusión tocaba los aspectos más concretos y superficiales de las normas, para ir en una especie de espiral, descendiendo a los conceptos fundamentales de lo jurídico.
En Hardin Hess traté a clientes mexicanos y extranjeros. Trabajaba hasta 12 horas. Incluso cuando el despacho estaba vacío, ahí seguía. Fueron muchas anécdotas en 20 años que estuve en el corporativo. En una ocasión viajé a Marruecos para tramitar el divorcio de Barbara Hutton, la mujer más rica del mundo en ese entonces.
Tiempo después de trabajar en Hardin Hess, me independicé y me asocié con un ex compañero de la preparatoria y montamos un despacho en una hermosa casa de avenida Áms-terdam, en el barrio del Hipódromo. Durante tres décadas me dediqué con ahínco a mi profesión y conseguí una prosperidad que me permitió dedicarme más tarde a la política, para seguir una trayectoria que narraré un siguiente artículo.