Alrededor de 230 migrantes venezolanos que habitaban tres albergues en la capital fueron enviados en un vuelo humanitario a su país, mientras un número similar de extranjeros decidió permanecer en el campamento irregular ubicado en la colonia Vallejo, en la alcaldía Gustavo A. Madero, ante la desconfianza por el destino de la aeronave.
Migrantes que habitan este asentamiento –el único que sigue en pie– indicaron en entrevistas que rechazaron la propuesta de autoridades de la Ciudad de México porque temían ser retornados a Tapachula, Chiapas, ya que –consideraron– “no hay condiciones” para regresar en un vuelo a Venezuela. También dijeron que la mayoría de ellos tienen algún proceso vigente de solicitud de refugio ante la Comisión Mexicana de Ayuda a Refugiados (Comar).
De acuerdo con los migrantes, personal de la Coordinación de Movilidad Humana capitalina retomó hace dos semanas las acciones para persuadirlos de retirarse del campamento y abordar un avión con destino al país sudamericano.
Acompañados de policías, los integrantes de esta institución recorrieron varios ranchitos construidos con retazos de madera y también les ofrecieron trasladarlos a la embajada de Venezuela en México a obtener un salvoconducto, por el cual “no nos entregaron ningún documento y se quedó a resguardo” en la sede diplomática, señaló Johni, originario de ese país.
La noche del martes pasado, contó, un camión llegó a las afueras del albergue Cafemin para trasladar a alrededor de 40 venezolanos que vivían en ese lugar, así como dos familias del campamento ubicado a unos metros.
De acuerdo con activistas que han acompañado a esta población, también se trasladó en autobuses a alrededor 190 personas de esa misma nacionalidad del albergue Vasco de Quiroga, en Tepito, y del Bocanegra (hotel Marina), en Peralvillo, al Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles, de donde partió el avión de la aerolínea Conviasa el miércoles por la mañana. Todos los migrantes manifestaron su interés de regresar a su país.
El campamento de Vallejo se levantó en octubre de 2023 y llegó a tener una población de 400 a 500 personas procedentes de distintos países. Actualmente viven unos 240, entre hondureños, colombianos y guatemaltecos, y por lo menos 66 niños acuden a la escuela, desde prescolar hasta secundaria, quienes con el apoyo de organizaciones como Fundación Humano y Libre y activistas consiguieron uniformes y útiles para iniciar el ciclo escolar, reconocieron lo migrantes. Del total de la población del campamento, 160 personas solicitaron refugio a la Comar y esperan que les asignen la cita para iniciar el trámite.