Guadalajara, Jal. Durante 13 minutos, miles de personas quedaron con el corazón detenido. Joan Manuel Serrat decidió salirse del salón de la FIL, insuficiente ante la cantidad de quienes querían ingresar a escucharlo, porque los que quedaron fuera hacían un griterío de tal tamaño que no se podía escuchar nada.
“Les agradezco a todos, pero es imposible mantener un acto de un calado efectivo con un alboroto así. Perdonen ustedes, buenas tardes”, dijo el cantautor catalán, mientras se ponía de pie, recogía unas hojas que nunca leyó y salía del estrado, al que había llegado apenas 10 minutos atrás.
El ruido no cesaba, la gente empujaba para entrar pese a lo atestado del lugar, todos querían ver o al menos sólo escuchar a Serrat pero el cupo no daba para más. Hasta que cerraron la puerta como se pudo, llegó la policía y el orden regresó: el silencio como ofrenda para que Serrat sólo escuchara los suspiros por su ausencia.
Y en ese silencio, luego que los organizadores de la FIL empezando por su presidente Trinidad Padilla López trataron de controlar el asunto y convecer a Serrat, por fin el poeta regresó. Habían pasado 13 minutos y los corazones de miles volvieron a latir.
Ya no volvió a retomar el discurso que ofrecía, cuando dijo que el libro más reciente que había leído era Antes que nada, de Martín Caparrós, el periodista y escritor argentino avecindado en Madrid que no pudo venir a la capital jalisciense a recibir el doctorado honoris causa de la Universidad de Guadalajara debido a problemas de salud.
Serrat volvió para hablar sin concesiones, en un diálogo con los jóvenes que lograron entrar, sobre todo de su desprecio por la derecha y la ultraderecha representada en los multimillonarios que se han adueñado del mundo.
“Es más fácil pronosticar la fecha del fin del mundo que la fecha del fin del capitalismo, tal como están las cosas con un mundo controlado por una casta que diariamente gana miles de millones de dolares, con un absoluto desprecio a la humanidad, de una manera asquerosa realmente. Por eso es difícil para los gobiernos que no forman parte de la derecha y la ultraderecha que está imponiendo lo que quiere y cuando quiere, con desprecio contra cualquier cosa humana que pudiera afectarse”, dijo.
Afirmó que el sistema democrático “que es el menos malo”, está siendo desprestigiado por los embates de dicha casta de multimillonarios y gobiernos de ultraderecha que todos los días mandan mensajes a la mayoría de la humanidad contra la democracia, ofreciendo a cambio “un régimen milagroso donde la gente se hace rica mediante oportunidades que quién sabe dónde se van a aprender”.
“Pero no hay que tener miedo a pesar de este pesismismo, sepan que yo creo en mi optimismo diario, porque sólo así se podrá encontrar nuevos caminos. Y hay que tratar de desenmascarar sin cesar a todos los farsantes que están haciendo diario que retrocedamos como civilización y como especie”.
Con timidez, más agitando las manos que chocando las palmas, el público aplaude. Serrat, que regresó con cara de fastidio por el intento de portazo y el griterío inicial, agradeció el fervor ahora silencioso que su presencia ha causado. Sonríe y la calma vuelve.
“Este es un tiempo de miedo y esperanza, que viven juntos. La esperanza genera miedo y el miedo a su vez genera esperanza. Tenemos que tratar de manejar estos dos elementos de la mejor manera posible para convivir con ambos, así acabas encontrando un camino que ni el miedo ni la esperanza por sí solos nos los van a dar”, completó.
También habló sobre la migración, sobre el gran sarcófago en que se ha convertido el Mediterráneo, ese mar al que le canta desde joven y que ahora es un ataúd contaminado, más salado y profundo “por las lágrimas derramadas” ante la muerte de quienes intentan llegar a Europa desde África sin conseguirlo.
“Lágrimas por la muerte de tanta gente que desde hace unos años se echaron al mar tratando de encontrar un lugar mejor para que crecieran sus hijos y, lamentablemente, Europa como tal no ha tenido un comportamiento extraordinario o generoso con en este cada vez más grande número de inmigrantes. Nadie deja su país porque quiere, la inmigración es un sentimiento de libertad pero también de pérdida”.
Se quejó que en cambio Europa financia países africanos como Túnez, Libia o Egipto, ubicados al sur del Mediterráneo, en los cuales hay “campos de concentración” para impedir que quienes quieran salir lo hagan, lo cual “se ha convertido en un negocio para estos gobiernos deplorables y tiránicos”.
“Y por el otro lado una Europa madrastra que cierra, bloquea sus fronteras y los maltrata (...) Las migraciones han existido siempre en la vida, es gente tratando de encontrar lugares mejores, no se puede dejar varada en las playas a la gente con argumentos lejanos a la realidad, se les trata como si fueran alguien que va a robar en la cajs a donde va a llegar”.
También fue cuestionado por los asistentes sobre lo que significa ser catalán (“yo soy un cantalán”, dijo), de que no le gusta escuchar música de él mismo poque “me cebo en los errores”, de su estancia prolongada en México en 1977 que le permitió conocer este país “de chingones” a mayor profundidad, de su descubrimiento juvenil de la poesía “por amor” o de como las redes sociales, que deberían ser la fuente de diálogo permanente se han convertido en una especie de “guerra armamentista”.
“Twitter nace como una idea estupenda de transmitir un pensamiento a un foro en el cual pudieras mantener el diálogo de alguna manera, pero se va al carajo porque se convierte en un negocio extraordinario para poder mandar anular al contrario, descalificar al otro, pow-pow-pow, y esto detroza cualquier diálogo que podría darse y el diálogo es fundamental para la vida, una sociedad que no dialogo está condenada al fracaso”.
Serrat se levanta y ahora sí se retira para no volver, mientras el público ya sin contención aplaude, ruidoso.
