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¿Se enredó? ¡No!

Muy a pesar del lento crecimiento económico del año y sus débiles proyecciones del próximo futuro (Banco de México) no se ha descuidado la inversión social y el aumento salarial mínimo. Foto
Muy a pesar del lento crecimiento económico del año y sus débiles proyecciones del próximo futuro (Banco de México) no se ha descuidado la inversión social y el aumento salarial mínimo. Foto Presidencia
03 de diciembre de 2025 00:03

El año en curso aparecía con perfecta ruta hacia reconocido final. Muy a pesar de los graves asuntos pendientes, recibidos del anterior gobierno. Todos ellos se han podido gestionar debidamente. Las controvertidas reformas constitucionales, del famoso plan B, se condujeron con el debido tratamiento legislativo y político. El enorme déficit fiscal de 2024 (5 por ciento del PIB) que obligaba un cuidadoso resultado fiscal que lo absorbiera, pudo sobrellevarse. En parte con ingresos adicionales o apretando el gasto y la inversión. 

En fin, las tareas a completar, para un novel gobierno, con una mujer al frente por vez primera en la historia del país, no se detuvieron ni, mucho menos, se descarrilaron. Las amenazas externas que representaba el insólito despliegue de aranceles y presiones intervencionistas no empataron con las abundantes y fatídicas predicciones. Los temores que flotaron en el ambiente, causando miedos y retracción de inversiones, se enfrentaron con calma e inteligencia. La figura presidencial salía bien plantada y en control del mando, indispensable para infundir confianza y continuidad. 

De pronto varias circunstancias nublaron el ambiente. Circularon, con profusión, conceptos como crisis, error grave, ineficacia política o falta de sensibilidad y empatía. La oposición se dio vuelo en la difusión pidiendo actuar hasta con violencia. Una senadora irresponsable habló incluso de querer guerra. Se anunció la súbita aparición de un movimiento abarcando toda una generación (Z) de jóvenes. Siguiendo patrones externos de conducta rijosa se injertaron reclamos propios que atizaron lo público. 

Una megamarcha se programó con feroces voces, instrumentadas con medios para hacerla temida por Palacio. Pero algo falló en su logística y, sobre todo, en la representatividad de los liderazgos. Abundaron, eso sí, mensajes altisonantes, con pretenciosa belicosidad personalizada. No hubo la esperada concurrencia y la zacapela de un grupo de provocadores, por primera vez investigado, descubrió financieros y organizadores. 

Lo que sí afectó el ambiente y el panorama completo del quehacer político fue el asesinato del munícipe de Uruapan, Michoacán. A pesar de la seguridad desplegada, un adolescente contratado pudo acercarse y disparar en sucesivos momentos. El alcalde murió, así como el mismo ejecutor a manos de los guardias. El momento se tornó grávido y explosivo. El Estado completo quedó a la deriva y la oposición aprovechó la ocasión para inflar el caso y apelar, incluso, a transformarlo en punto de inflexión. Lograr debilitar al gobierno se fijó como objetivo. No fue, ni de cerca, valedero. 

La Presidenta actuó con presteza y orden. Se presentó el llamado plan Michoacán, fondeado con masivos recursos y coordinada organización. Se puso, de nueva cuenta, atención a las causas de la violencia y el crimen y, con esta armazón, se canalizaron las ayudas necesarias. La calma y el orden público pudieron restablecerse con rapidez. Se encauzaron temores y miedos sin alarmas y nerviosismo colectivo. Pero, ciertamente, hubo momentos álgidos que fueron tratados con hábil serenidad. La neblina se levantó y los asuntos han seguido su curso.

Desde Palacio se vio, con claridad, lo conducente para viabilizar el plan local propuesto. Parte del cual dependería de una eficaz coordinación entre las instituciones de administración de seguridad y justicia. La pieza discordante para el ensamblaje correcto entre policías, Ejército, Guardia y demás cuadros de inteligencia eran, se supo sin duda, las fiscalías. En preciso, la parsimonia y lentitud, del fiscal mismo, se atravesaba en este camino. Se le removió con una operación que no pudo observar la transparencia indispensable. La urgencia fue un obstáculo que se pudo suavizar, aceptando alguno que otro rasguño al proceso y sus conductores. 

Poco, en atención a la importancia de preparar, no sólo a Michoacán, sino al país completo para reducir la violencia. La política de seguridad, conducida desde Palacio, venía mostrando, en tiempos recientes, con indispensables números de respaldo, lo correcto de su trayectoria. Había urgencia de asegurar que las piezas ejecutorias trabajaran al parejo. La remoción del fiscal se hizo de la mejor manera posible Y la transformación de esa vital dependencia inició su ruta a mejores tiempos. 

Muy a pesar del lento crecimiento económico del año y sus débiles proyecciones del próximo futuro (Banco de México) no se ha descuidado la inversión social y el aumento salarial mínimo. Factores básicos para mejorar el bienestar y aliviar la pobreza. La atención del gobierno acentuará, se espera, en la inversión para robustecer el crecimiento. En efecto, se trata de llegar o, incluso, superar 25 por ciento del PIB en años venideros. El anuncio de llegar al billón del gasto social para 2026 tendrá recompensas variadas.

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¿Se enredó? ¡No!

Muy a pesar del lento crecimiento económico del año, no se ha descuidado la inversión social ni el aumento al salario mínimo

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