Ayer, el nudo entre protestas y diálogo se tensó más, con la parte gubernamental jalando hacia la poco viable exigencia de que quienes se han manifestado mediante obstrucciones carreteras las levantaran sin conseguir a cambio más que la oferta de seguir conversando y, dichos representantes de la protesta de transportistas y productores agrícolas levantándose de la mesa en Bucareli con la advertencia de que los bloqueos continuarán y que no perciben voluntad política de solución de los problemas planteados.
Con el subsecretario de Gobernación, César Yáñez, como figura central en este encuentro, la administración claudista no presentó alternativas que fuesen atractivas para los representantes de camioneros y campesinos. No es ni puede ser políticamente seductor que la Presidencia de la República enarbole el argumento de que las protestas carecen de razón y deberían desactivarse sólo porque están abiertas las posibilidades de sentarse a mesas de diálogo, si los concurrentes no gubernamentales consideran que estas no logran resultados aceptables.
El fracaso de la sesión de ayer coloca al gobierno federal ante una disyuntiva: fortalecer y afinar el oficio político para instaurar un diálogo eficaz que mediante logros palpables lleve a los manifestantes a desmovilizarse o considerar acciones de endurecimiento (que parecerían inconcebibles en cuanto a discurso y práctica del proceso denominado Cuarta Transformación) ante la imposibilidad presupuestal y operativa de otorgar satisfacción a las demandas en curso y ante la evidencia de los problemas que provoca el cierre de carreteras.
El caso en mención se agrega a la canasta de problemas complicados que enfrenta el gobierno federal en semanas recientes. Es evidente que los grupos opositores a la 4T aprovechan cuanto les es posible de estas oportunidades, como suele suceder en el frío cálculo pragmático de la política electoral y que, en ese segmento de intereses anti4T destaca el activismo televisivo y declarativo del Grupo Salinas, es decir, de Ricardo Salinas Pliego, y que en el horizonte también están los ánimos desestabilizadores provenientes del norte.
Pero también es necesario que la administración de la presidenta Sheinbaum revise las causas y puntos de la insuficiencia presupuestal que impide atender en grados básicos las constantes demandas de sectores sociales que tienen razones para las protestas. Igualmente, debe templar y ajustar la estructura de poder que ejerce la comunicación y la operación políticas, tanto en su primer círculo (no sólo el gabinete) como en las extensiones naturales del poder presidencial que llegan a otros ámbitos, legislativos y judiciales, por ejemplo.
Más allá de las naturales divergencias y batallas políticas, partidistas e ideológicas, la presidenta Sheinbaum tiene en el caso de las protestas mencionadas una oportunidad de recomponer la relación con quienes critican y se oponen con legitimidad al ejercicio del poder público. Cierto es que hay una disponibilidad presupuestal establecida y recortada, y en ese terreno también será importante que la presidenta tome decisiones fuertes, frenando inversiones y gastos innecesarios o emblemáticos del pasado reciente, a la vez que podría dar pasos ejemplares, convocantes, contra actos corruptos relacionados con ejercicios anteriores o actuales.
En otro tema: se reportó saldo blanco en la marcha capitalina por el Día Internacional para la Eliminación de la Violencia contra las Mujeres. Llegó hasta el Zócalo y, entre otros señalamientos, hubo críticas a la manipulación de causas de reivindicación social por parte de grupos como los que convocan a manifestaciones desde posicionamientos “libertarios”, de derecha y ultraderecha.
Y, mientras se ha cumplido el ciclo legislativo de aprobación de una ley contra la extorsión, en un país lleno de leyes que no se cumplen o se eluden constantemente, ¡hasta mañana!
Facebook: Julio Astillero