El jazzista Paquito D’Rivera y su quinteto emprendieron un emotivo viaje a través de la música del continente americano para el deleite del público que acudió el domingo pasado a la sala Nezahualcóyotl, para luego aplaudirlo de pie y gritar: “¡viva Paquito!”
El concierto especial, titulado Jazz latino contemporáneo, se presentó en el contexto del Festival de Música de Morelia Miguel Bernal Jiménez.
En esta ocasión, el saxofonista y clarinetista, nacido en Marianao, Cuba, promocionaba su álbum más reciente, La Fleur de Cayenne, grabado en Madrid con un grupo de músicos a los que suele frecuentar cuando viaja a España. “Desde hace mucho tiempo quería hacer algo con el pianista manzanillero Pepe Rivero, radicado en Madrid, así que armamos un quinteto y tuvimos de artista invitado a Antonio Serrano, quien toca la armónica como los dioses”, expresó D’Rivera en charla con La Jornada.
El nombre del disco hace alusión a que su padre, Tito D’Rivera, saxofonista de música clásica y director de orquesta, solía cultivar una flor que en Cuba se conoce como “mar pacífico”. En francés se llama fleur de cayenne. A Paquito le pareció “muy bonito” tener un disco con un nombre en francés.
Del disco, que ya cuenta con dos nominaciones al Grammy 2026, D’Rivera y su quinteto tocaron precisamente La Fleur de Cayenne, joropo venezolano, y Miriam, composición de Bebo Valdés dedicada a su hija, con un arreglo de Camila Cortina, “otra gran pianista cubana”.
Amante de la música clásica
Una mañana, “mientras desayunaba unos frijoles refritos riquísimos”, D’Rivera se acordó de que en 2025 cumple siete décadas de trayectoria; de allí que tocó la primera obra que interpretó sobre un escenario: Tú, una habanera de Eduardo Sánchez de Fuentes, grabada en el disco Retablo de Cuba, con arreglos de Pedro Jústiz Peruchín. El nuevo arreglo es de Camila Cortina.
Amante de la música clásica –“uno de mis compositores favoritos es Johannes Brahms, también Stravinsky”–, a D’Rivera le gusta especular sobre ciertos orígenes. Por ejemplo, Nocturno de la selva se basa en un preludio de Federico Chopin, “como si hubiera nacido en Manzanillo”.
De buen humor y bromista, en cierto momento del programa D’Rivera preguntó al público quién fue el compositor más famoso de la historia, a lo que la audiencia contestó: “Mozart”. “La pieza más significativa que se ha escrito para el clarinete es el Concierto en la, de Mozart, de quien todo mundo piensa que era austriaco. Sin embargo, Wynton Marsalis me dijo que era de Nuevo Orleans”. Procedió a tocar el segundo movimiento del Concierto en la, pero al estilo blues.
Un compositor que nunca puede faltar en sus conciertos en México es Armando Manzanero, a quien D’Rivera tuvo “el honor de conocer”; incluso, en 2016 grabó el disco Paquito y Manzanero, con sus éxitos. El público de la sala Nezahualcóyotl escuchó una mezcla de Llévatela y Voy a apagar la luz.
Un blues para Piazzola
La siguiente parada en ese viaje a través de la música del continente fue Buenos Aires. El trompetista y trombonista Diego Urcola, quien ha tocado con el quinteto por más de 30 años, “escribió un tributo a la persona que cambió la cara del tango alrededor del mundo, un verdadero genio: Astor Piazzola. Diego hizo una combinación de tango y blues con el título Un blues para Astor”.
De “pilón”, la agrupación interpretó “una rumbita inspirada en la música de Bebo Valdés”, que incluyó el coro pegajoso: “buche y pluma na má, eres tú. Buche y pluma na má”, que gustoso entonó el público.
D’Rivera atribuye su gusto por cultivar distintos estilos musicales a que se crio en un ambiente “muy ecléctico”. No obstante su formación de músico clásico, a su padre le gustaba escuchar a las orquestas de Benny Goodman y Duke Ellington, pero también los sonidos brasileños de Stan Getz.
En cuanto a su propio estilo, afirma: “es lo que he vivido durante toda mi vida desde mis inicios en que estuve expuesto a distintos tipos de música. Sin embargo, mi favorito es el jazz, por ser un estilo muy abierto, porque nació en un país multinacional y multicultural”.
El músico contó a La Jornada una experiencia reciente en Colombia, adonde “fui a hacer un trabajo con un trío maravilloso, Palos y Cuerdas, de los hermanos Saboya, que tocan música andina. Aprendí mucho, porque la visión que tenía de la música andina era limitada: la quena, el arpa...
“No obstante, ellos, lo que hacen con la guitarra, bandola y tiple, suena un poco como música de Brasil. Tiene un horizonte armónico mucho más amplio que la música andina que conocemos comúnmente.”
–¿Hasta dónde le gustaría que llegara su música?
–Hasta donde me soporten. Muchas veces me preguntan: “¿no te cansas de viajar y estar por allí?” Me canso muchísimo; entonces, lo que hago es acostarme a dormir, y cuando despierto ya no estoy cansado, y sigo tocando.
“Me gusta viajar, conocer personas, tocar, hacer conciertos variados. Cada 22 de noviembre (Día de Santa Cecilia, patrona de los músicos) agradezco a mi padre por haberme dado esta profesión que me hace tan feliz.”