Servando Teresa de Mier, uno de los principales protagonistas en el surgimiento de la nación mexicana, nació el 18 de octubre de 1763 en Monterrey, entonces parte de la provincia del Nuevo Santander. Cursó sus primeros estudios en Monterrey y a los 16 años se trasladó a la Ciudad de México para cursar la carrera eclesiástica. En la Real y Pontificia Universidad de México se doctoró en Teología en 1792.
Ingresó a la orden de los dominicos en 1792, donde dio clases de filosofía. Fray Servando era un gran orador. Sus sermones ganaron fama. El 12 de diciembre de 1794, su vida daría un giro cuando pronunció un famoso sermón en la Colegiata de Guadalupe, en donde expuso una interpretación muy polémica de la imagen de la Virgen morena. Fray Servando afirmó que la imagen de la virgen no se había impreso en la tilma del indio Juan Diego, sino en la capa de Santo Tomás.
Éste la había protegido de la idolatría de los indígenas, que la maltrataron y querían borrar, hasta que en 1531 la entregó a Juan Diego para que se la enseñara al arzobispo Zumárraga pidiendo se le erigiera un templo en el Tepeyac. La imagen era una pintura de los primeros años del cristianismo. Otra afirmación temeraria del fraile fue que Quetzalcóatl, el famoso rey dios tolteca, era en realidad el apóstol Santo Tomás, quien había llegado a América a predicar la fe cristiana.
Ese sermón provocó un escándalo en la Iglesia. Se infería que la evangelización de los frailes en la Nueva España en el siglo XVI, la principal justificación de la conquista, no era la primera, sino la segunda. Los habitantes indígenas habían conocido por primera vez la doctrina cristiana a través de un apóstol en el siglo I y no por los conquistadores en el XVI. De inmediato se le inició un proceso eclesiástico por herejía, y se le suspendió de predicar y confesar.
Fue condenado por la Inquisición a 10 años de prisión en el monasterio de Nuestra Señora de las Caldas, en Cantabria, pero antes estuvo preso dos meses en San Juan de Ulúa. Fray Servando escapó del monasterio y se dirigió a Burgos. Luego se trasladó a París, donde conoció a Simón Rodríguez, el maestro de Simón Bolívar, con quien puso una escuela de idiomas. En 1802 se trasladó a Italia, donde solicitó su baja como fraile. Regresó a Madrid en 1803, donde fue aprehendido por sus actividades subversivas y recluido en la prisión de Los Toribios, en Sevilla.
Nuevamente escapó y se dirigió a Lisboa en 1805, donde permaneció tres años. En 1808, Napoleón Bonaparte invadió España y depuso al monarca español. El pueblo ibérico se levantó en armas contra los franceses. Servando se unió a la lucha de liberación española en Valencia, pero fue capturado y apresado en Zaragoza. Otra vez se fugó y se trasladó a Cádiz.
Ahí pudo observar los debates de los diputados de las Cortes y reafirmó su convicción de independizar a la Nueva España. Con el fin de colaborar con la independencia de su patria, se dirigió a Londres. En esa ciudad escribió la primera historia de la Independencia mexicana, en 1813, llamada Historia de la revolución de Nueva España. Ahí conoció en 1815 a otro destacado compatriota, el joven Lucas Alamán, quien sería el principal ideólogo del grupo conservador consumada la Independencia.
Más tarde, hizo amistad con el joven guerrillero español Xavier Mina, exiliado por combatir el absolutismo de Fernando VII. Ambos decidieron trasladarse a la Nueva España para colaborar con el movimiento insurgente. Llegaron a Soto la Marina, Tamaulipas, en abril de 1817, y comenzaron a combatir contra las fuerzas realistas.
Sin embargo, Servando fue capturado en junio de ese año y recluido en la prisión de la Santa Inquisición en la Ciudad de México. Mina fue derrotado y fusilado el 21 de noviembre de 1817. Mier estuvo preso mientras la independencia por la que tanto había luchado vivía su última etapa. En 1820, se le trasladó a la prisión de San Juan de Ulúa y se le exilió otra vez a España. Sin embargo, en febrero de 1821, al llegar a La Habana, otra vez pudo escapar y se dirigió a Filadelfia, donde permaneció hasta 1822.
Regresó a la nueva nación mexicana. Precedido de una merecida fama, fue diputado al primer Congreso Constituyente mexicano. Fue un muy destacado legislador y uno de quienes más se opuso a que Iturbide fuera investido como emperador. Cuando Iturbide disolvió el Congreso, encarceló a los diputados, entre ellos a Servando.
Cuando la rebelión de Casa Mata derrocó a Iturbide, Mier obtuvo su libertad. Fue parte del Congreso que se reinstaló y del segundo Congreso Constituyente, que redactaría la primera Constitución de la República mexicana. Ahí, encabezó una postura que proponía un federalismo gradual. En reconocimiento a sus méritos, el primer presidente mexicano, Guadalupe Victoria, le otorgó una pensión y le asignó una habitación en el Palacio Nacional. Ahí vivió sus últimos años este ilustre patriota, quien falleció en sus habitaciones el 3 de diciembre de 1827.
*Director del Instituto Nacional de Estudios Históricos de las Revoluciones de México