Antes de iniciar el presente artículo queremos poner en práctica el derecho al cuestionamiento que mis estimados lectores han reclamado. Es tiempo de preguntarnos si todo lo que está pasando en nuestro país es muestra de que vamos por buen camino. No olvidemos que nuestra sociedad no es perfecta y ningún sistema garantiza totalmente el bienestar de la sociedad.
Hoy opinamos sobre el sistema de salud. Aunque ya lo hemos hecho en otras ocasiones, es importante no dejar de analizar y cuestionar lo que aún está en construcción, y sobre lo ya construido. Es nuestra obligación ciudadana mantenernos alerta para que lo ya logrado se conserve y no permitamos que se derrumbe. Tuvimos un periodo en México donde el IMSS y el Issste fueron un pilar y garantía de buena atención médica, o al menos funcionaban mejor que antes de la era neoliberal. No decimos con esto que el actual gobierno esté equivocando sus políticas públicas en esta área. Al contrario, están tratando de rescatar lo que se estaba desmoronando.
Roma no se construyó en un día, frase célebre que nos recuerda lo difícil que es aplicar un sistema para construir una sociedad. Por ello, es importante que, como ciudadanía, denunciemos las deficiencias del sistema actual y los desvíos de los recursos, ya sea por corrupción o por irresponsabilidad. Opinemos y aportemos ideas para mantener el buen funcionamiento de nuestras instituciones.
Las alternativas diferentes a la alopatía o medicina convencional en México, por muchos años fueron abandonadas, ignoradas, incluso reducidas a prácticas caseras, como si no tuvieran un lugar histórico en nuestra vida cotidiana en la búsqueda del alivio a las dolencias. Las técnicas de la homeopatía, herbolaria, acupuntura y otras alternativas igualmente científicas han mostrado gran efectividad, sin embargo, están fuera del actual esquema de salud pública. Es claro que las grandes empresas farmacéuticas se han encargado de no permitir su crecimiento e integración oficial a nuestro sistema general de salud.
Respecto de la existencia del Issste, IMSS, Secretaría de Salud y todas las instancias oficiales gratuitas, no olvidemos que son el resultado de largas luchas sociales por obtener este derecho. Es verdad que han sido el salvavidas para millones de pacientes, pero las grandes deficiencias que hemos venido padeciendo desde sexenios atrás nos enfrentan a una paradoja: apoyar exigiendo. No sólo para recibir atención suficiente, también para que la salud en México no se desplome. No es cualquier cosa. El personal contratado para salvaguardar la integridad física de la población usuaria tiene en sus manos una gran responsabilidad, aunque las deficiencias actuales y los estragos ocasionados nos muestran que no se han dado cuenta de tal encomienda. La pregunta de nuestros lectores es ¿ha sido eficiente el sistema de salud con este nuevo gobierno? Hacemos hincapié en que el presente cuestionamiento no es una acusación, es una reflexión.
Reiteramos, el sistema de salud está en proceso de transformación, pero seguimos padeciendo la conducta poco profesional de innumerables trabajadores administrativos y del personal médico, quienes no asumen que el país está cambiando. Es aquí donde nos topamos con la realidad: fueron años de abandono y de saqueo criminal a las instituciones mencionadas, por lo que no se avanzó en la búsqueda de una atención fluida y ajustada a las grandes necesidades actuales.
Un alto porcentaje del personal no quiere cambiar; prevalecen las actitudes neoliberales, deslindándose del compromiso por el cual se les contrató; cada quien cumple con su horario de trabajo mecánicamente, sin atender las demandas de los usuarios. Por supuesto, hay excepciones. Con gran facilidad, por ausencia del médico, dejan sin consulta a pacientes ya programados, lo que genera un gran peligro para los pacientes, al no contar con personal emergente. Para recibir consulta especializada, la espera es de meses, teniendo que aguantar el padecimiento. Ante el reclamo, la respuesta del funcionario es “y qué quiere que yo haga”.
Este es el resultado de las enormes deficiencias de los gobiernos anteriores a 2018. Aunque ya contamos con mayor cantidad y variedad de medicamentos, con nuevo equipo y hospitales, los cambios parecen inexistentes debido a las mismas prácticas de la vieja escuela. Es urgente la contratación de especialistas y de medicina familiar. ¿Hasta cuándo llegará la excelencia en la atención médica que pretende la 4T? Tenemos derecho a diagnósticos más precisos y a tratamientos personalizados, además de atender el estado emocional de cada paciente que, por lo general, no se toma en cuenta.
El gobierno de Andrés Manuel López Obrador inició con propuestas y estrategias claves y claras. Hoy, en 2025, podemos asegurar que el sistema de salud ha avanzado, pero no como lo necesitamos y lo deseamos. En ocasiones, la situación nos orilla a gastar en atención médica privada, cuando tenemos derecho constitucional a la atención médica gratuita. Y aquí viene una pregunta clave: ¿quién está fallando en este momento, el gobierno o las instituciones con su sistema atrasado?
Las metas que los gobiernos de la 4T se han propuesto son enormes y justas, pero es necesario concientizar al personal general del sector salud. O tendríamos que actuar como John Q, personaje de la película Situación extrema de 2002, interpretada por Denzel Washington, bajo la dirección de Nick Cassavetes, en la que el protagonista se ve obligado a tomar decisiones violentas para que su hijo, a punto de morir, sea atendido. Esto sucede en un sistema de salud deplorable como el de Estados Unidos. ¿O, tendremos que llegar al extremo de sustituir al personal burocrático por inteligencia artificial, negándole el derecho al trabajo a gente que sí es responsable y profesional? No lo creemos ni lo deseamos.
(Colaboró Ruxi Mendieta)
“Para Ximena Guzmán Cuevas y José Muñoz Vega, la justicia llegará”.