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El camarada Alejandro Villanueva

Nacido en Bulgaria en 1930 en el seno de una familia perseguida por el nazismo, Semo llegó a México con apenas 11 años y adquirió la nacionalidad en 1960. Foto
Nacido en Bulgaria en 1930 en el seno de una familia perseguida por el nazismo, Semo llegó a México con apenas 11 años y adquirió la nacionalidad en 1960. Foto Roberto García Ortiz
21 de octubre de 2025 00:02

Enrique Semo ingresó al Partido Comunista Mexicano (PCM) en 1962, cuando la organización tenía apenas 3 mil afiliados. Había cumplido 31 años de edad y, desde los 15, había adquirido una sólida formación marxista. Hombre culto, cosmopolita y políglota, sobresalía de manera natural sobre muchos de sus nuevos compañeros, formados en la noche negra del encinismo y los manuales soviéticos. 

Eran años difíciles para los comunistas mexicanos. Buscaban su legalización, pero eran perseguidos por el gobierno de “extrema izquierda dentro de la Constitución” de Adolfo López Mateos. El Movimiento Revolucionario del Magisterio (MRM) de Othón Salazar había sido reprimido, al igual que los ferrocarrileros vallejistas. En la cárcel se encontraban, entre muchos otros, Demetrio Vallejo, Valentín Campa, David Alfaro Siqueiros y Filomeno Mata. 

Por si fuera poco, simultáneamente, el partido vivía una tremenda convulsión interior. Soplaban los aires renovadores del XX Congreso del Partido Comunista de la Unión Soviética, la lucha contra el estalinismo y los primeros atisbos de la pugna chino-soviética. Los ajustes de cuentas políticos terminaban en expulsiones y escisiones, y acusaciones de reformismo y ultraizquierdismo. La caracterización de la formación económico-social mexicana avanzaba en medio de grandes debates. 

Nacido en Bulgaria en 1930 en el seno de una familia perseguida por el nazismo, Semo llegó a México con apenas 11 años y adquirió la nacionalidad en 1960. En sintonía con la militancia en las catacumbas, tuvo como nombre de batalla el de Alejandro Villanueva. Bajo esa firma se publicaron varios artículos suyos en la revista teórica del Comité Central Nueva Época, de la que también fue responsable, y en La voz de México. Uno de ellos (de 1962), titulado “El sistema tributario nacional”, aparece en el tomo II de sus obras escogidas La izquierda mexicana en su laberinto 1974- 2024. Otro, como el folleto que escribió de análisis y crítica al Frente Obrero de Juan Ortega Arenas (donde participó brevemente), apareció con el seudónimo de Ricardo Flores. 

Ave de tempestades, con el nombre de Alejandro Villanueva criticó a Víctor Flores Olea (al que describe como “destacado intelectual progresista”) en el artículo “La contradicción principal” (que me fue compartido generosamente por Jaime Ortega). Acababa de pasar la crisis de los misiles en Cuba, y el dirigente del Movimiento de Liberación Nacional había escrito que “la contradicción principal se da entre el imperialismo y los pueblos que luchan por alcanzar su independencia económica y política”. Villanueva rechazó esta interpretación y señaló que “la crisis del Caribe demostró que en última instancia, la relación de fuerzas entre el imperialismo y el sistema socialista y sus aliados determinan el curso de la historia de nuestros días”. 

Fue Arnoldo Martínez Verdugo quien lo introdujo en la práctica de la política mexicana. Formó parte de la célula de Economía en la UNAM y de un organismo especial. Secretario de organización del convulsionado comité del Distrito Federal, el partido lo profesionalizó durante dos años, al tiempo que siguió adelante con su formación universitaria. Integrante durante 17 años del comité central del partido, fue parte de su comisión política un año más. 

En uno de los trabajos que forma parte de su libro La izquierda mexicana en su laberinto, explica que su acercamiento al PCM fue resultado de su andar por tres caminos. El primero, la indignación moral, la solidaridad que sintió desde la infancia con los humillados, los pobres y las víctimas de la guerra, el racismo y el fascismo. El segundo, el que lo llevó al pensamiento marxista desde muy temprano. Y, el tercero, sus experiencias humanas: la política, la guerra y el periodismo, que entraron muy temprano en su vida. 

A lo largo de más de seis décadas, combinando creativamente teoría y práctica, Semo ha elaborado trabajos fundamentales para comprender la naturaleza y el desarrollo del capitalismo mexicano. Pero también ha producido textos nodales para transformar la realidad nacional. A sus 95 años es, sin lugar a dudas, uno de los intelectuales públicos más relevantes y autorizados de nuestro país. 

A lo largo de mucho tiempo, el comunismo ha sido su horizonte. Ciertamente, como él mismo lo dice, hay diversos tipos de comunismo. El suyo nada tiene que ver con las versiones adocenadas y dogmáticas que tanto daño provocaron a las luchas de liberación de los pueblos de México. A un tiempo político y profesor, teórico y periodista, empeñado en mexicanizar el marxismo y vincularlo estrechamente con la causa democrática, ha sabido renovarlo creativamente. 

Después de un atentado contra su vida, Enrique vivió y estudió en un país socialista que ya no existe: la República Democrática Alemana. Fue responsable de los jóvenes del PCM que estudiaban en las universidades de Europa del Este. Participó en múltiples reuniones del movimiento comunista internacional. Viajó por las democracias populares. Se opuso a la invasión soviética a Checoslovaquia. Conoció de primera mano el eurocomunismo italiano y el francés. 

Cuando el socialismo se derrumbó, se lanzó a caminar sobre sus ruinas, a documentar y explicar el fracaso como no lo hizo ningún otro analista mexicano. Entrevistó a intelectuales y políticos comunistas que formaron parte de esa travesía y de ese naufragio. Aunque su periodismo tiene un sello propio, guarda grandes similitudes con el de los viejos bolcheviques. 

La izquierda mexicana en su laberinto es un libro extraordinariamente actual. Un volumen que nos muestra nítidamente que las luchas por la emancipación no comenzaron hace unos pocos años y tienen diversos afluentes y cursos. Una obra que hace evidente que el compromiso, la congruencia y la pluma de Enrique Semo siguen siendo los mismos que animaron y guiaron al camarada Alejandro Villanueva en 1962. 

X: @lhan55

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Su último triunfo ha sido el otorgarse como ex rector el doctorado honoris causa por parte de la UNAM.

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