Jacala de Ledezma, Hgo., Sin probar alimento ni agua durante tres días, solo, empapado y caminando entre cerros cubiertos de lodo, Gabriel Oropeza, de 51 años de edad, operador de una bomba de la Comisión de Agua Potable, Alcantarillado y Saneamiento de Jacala de Ledezma (Capasj), dependiente del gobierno de ese municipio, sobrevivió milagrosamente al desbordamiento del río Amajac, cuya furiosa corriente arrasó con el puente peatonal que atraviesa el afluente así cómo con la caseta donde trabajaba y el sistema de bombeo del manantial Ushi.
Su pesadilla comenzó la noche del jueves 9 de octubre, durante su turno en el pozo de bombeo PB1, ubicado en un paraje solitario conocido como La Lima. En ese sitio, cercano al río Amajac, rodeado de árboles y cerros, sin casas ni refugio cercano, se encontraba la pequeña instalación de la Capasj que surte del vital líquido a la cabecera municipal y otras comunidades.
Esa noche, la lluvia arreció. Desde su caseta, Gabriel observó cómo el nivel del río subía con rapidez. La corriente, cada vez más violenta, terminó por destrozar el puente peatonal de 150 metros de largo que cruzaba el Amajac y que unía a la caseta con los motores de la bomba de agua potable.
Alarmado, reportó la situación por radio a sus compañeros en la estación PB2, pero —según relató a La Jornada— nadie le dio instrucciones para evacuar ni se activó ningún protocolo de emergencia.
“Les avisé todo lo que estaba pasando, pero nadie me dijo que saliera o que buscara resguardo. No hicieron nada por rescatarme”, lamentó.
Minutos después, el río comenzó a desbordarse. Gabriel apenas alcanzó a correr y escapar de la caseta situada a en una de las orillas del torrente segundos antes de que fuera destruida por el agua. “La bomba fue arrastrada a varios metros de dónde yo estaba; el manantial quedó sepultado bajo el cieno”, contó.
En medio de la oscuridad y la tormenta, sin rumbo y sin conocer el terreno, decidió internarse en los cerros boscosos. El camino habitual hacia su trabajo, conocido como Los Vados, había desaparecido bajo toneladas de lodo y piedras.
Tras explicar que no es hombre de campo, ya que es originario de la alcaldía de Azcapotzalco, Ciudad de México, pero avecindado desde hace algunos años en la localidad de La Palma, municipio de Jacala, reconoció que desconocía las veredas y caminos de los cerros. "Pero no me quedó de otra. Caminé sin parar. Me caí muchas veces, pero seguí. No podía quedarme ahí.”
Durante más de 72 horas, Gabriel vagó entre montes boscosos, descansando unos minutos bajo los árboles cuando la lluvia se volvía insoportable. El segundo día, confesó, comenzó a tener alucinaciones y a escuchar voces por el cansancio y la deshidratación.
“Temblaba de frío, sentía que ya no podía, pero me armé de valor y seguí adelante.”
Finalmente, el domingo por la mañana, divisó una red de tuberías: siguió el trazo y así logró llegar, exhausto, hasta la estación PB2, varios kilómetros más adelante. Ahí fue auxiliado por sus compañeros, quienes le ofrecieron galletas y agua.
“Estaba deshidratado, con mucho frío”, recordó. Tras un breve descanso, caminó junto a ellos hasta la clínica del IMSS en la cabecera municipal de Jacala donde —según denunció— no había sueros ni medicamentos. Fue atendido finalmente en una farmacia local, donde le tomaron su pulso, así cómo la presión y oxigenación. También le aplicaron suero y pudo reponerse parcialmente.
Ya en su casa, en la localidad de La Palma, se enteró con indignación de que autoridades municipales afirmaban haberlo rescatado.
“Dicen que me encontraron con un operativo, pero es mentira. Nadie me buscó. Lo único que hicieron fue mandar drones después, para ver los daños en la bomba.”
Gabriel asegura que incluso la alcaldesa de Jacala, Kendra Martínez Sánchez, se atribuyó falsamente su rescate.
“Quiso pararse el cuello diciendo que me salvaron. Eso no es cierto. Me duele y me molesta. Yo me salvé solo, por la voluntad de Dios y por mis ganas de vivir.”
Finalmente, agregó que lo mismo dicen los directivos de la Capasj, cuando en realidad no hicieron nada.
Aseguró que sus jefes del organismo operador ordenaron el sobrevuelo de un dron sobre lo que quedó de la unidad de bombeo PB1 para evaluar los daños que había sufrido por el desbordamiento del río Amajac pero nunca lo usaron para buscarlo.
Efectivamente , en un video informativo de la Capasi, publicado el 16 de octubre y donde se muestran fotos de los daños del PB 1, así cómo de don Gabriel al momento en que ya se encontraba en el PB2, se informó que ya se encontraba en casa.
La conductora del video aseguró que "pagamos a una brigada de la comunidad de La Palma y en conjunto con compañeros del organismo operador, logramos localizar al señor; está en su domicilio desde el día de antier. Lo llevamos al médico y está totalmente salvo. Presenta una deshidratación".