Cómo entender el clásico Cruz Azul contra América si no es con dos aficiones que sienten tanta rivalidad, enfrentadas por odios, cábalas y rencores, capaces de mover un estadio porque se trata de un partido que no vale sólo tres puntos, sino enfrentarse a las burlas del día siguiente. La Máquina supo jugar con ese doble peligro. Ganó con la jerarquía que se le exige en los grandes escenarios, compitió, vino de atrás y se impuso al América 2-1 en el estadio Olímpico en el que retumbó con el “¡Azul, Azul!”.
Durante el festejo, nadie se acordó de la lluvia y el tráfico de horas antes. Los azules invadieron, arreciaron. Lo ocuparon todo. Se mostraron dispuestos a responder cualquier afrenta de su rival. Porque así como un equipo ha sido ganador en la Liga, no hay nada que al otro no le permita situarse en el mismo nivel de grandeza. Si miles cantaron diciendo “el que no salta es un crema, maric… ”, otros tantos, a pesar de ser minoría, respondieron con el grito “chemo, tú dime que se siente, haber perdido otra final”.
El aumento de la tensión y del compromiso con el paso de los minutos no fue sorpresa. Estuvo presente en los espacios más limitados, pasillos, puertas, puestos de comida alrededor del estadio, lugares donde se diluyeron las diferencias individuales en beneficio de la unidad común que demanda portar los mismos colores de una camiseta.
El 1-0 del uruguayo Brian Rodríguez, consecuencia de un error del zaguero Jorge Sánchez (31), cambió un encuentro en el que el América no atacó sino era mediante contragolpe.
Como el futbol no conoce la justicia, Cruz Azul tuvo que acercarse a al juego perfecto para darle vuelta. Un espectáculo de drones y sonidos, banderas gigantes colgadas por su afición, una de ellas con la leyenda “100 años de historia por tus árbitros”, en alusión a las Águilas y su polémica relación con el arbitraje, impulsaron la respuesta de La Máquina en una noche a la altura de un estadio lleno.
En menos de tres minutos, Gabriel Fernández empató al aprovechar un error de Kevin Ákvarez (33). Y en el segundo tiempo, el capitán Ignacio Rivero, recién ingresado, consumó la voltereta (67).
El técnico Nicolás Larcamón prescindió del portero Kevin Mier y el central Willer Ditta, convocados en la pasada fecha FIFA por Colombia, debido a que reportaron un día tarde a los entrenamientos de esta semana. Pero eso no importó.
Aunque hubo algunos conatos de bronca en las gradas, la fiesta del clásico joven transcurrió sin incidentes mayores.
La Máquina alcanzó el segundo lugar de la Liga con 28 puntos, tres menos que el líder Toluca, mientras las Águilas cayeron al tercero con 27.