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La tragedia de la UNAM

Desgraciadamente, ésta no es la primera muerte ni el único acto brutal de violencia en la historia reciente de la UNAM. Foto
Desgraciadamente, ésta no es la primera muerte ni el único acto brutal de violencia en la historia reciente de la UNAM. Foto Jair Cabrera Torres
25 de septiembre de 2025 00:04

El asesinato del estudiante Jesús Israel en el CCH Sur el lunes 22 de septiembre es una tragedia. La vida de este muchacho tan joven ha sido truncada en un acto incomprensible, inaceptable. Fue un hecho brutal y cruel perpetrado por otro estudiante en una acción individual que debe ser aclarada. Un ataque difícilmente previsible y prevenible, que remite a actos similares que ocurren con frecuencia en Estados Unidos. 

Por más que hayamos normalizado la violencia estructural que ocurre en el país, el asesinato de este joven universitario en su plantel nos produce una tristeza profunda, enojo e impotencia. No puedo imaginar el inmenso dolor que embarga a sus familiares y amistades, a sus colegas estudiantes, a sus profes. El hecho ha cimbrado a la comunidad del CCH Sur, de la UNAM y a la sociedad en general. 

No puede vincularse este acontecimiento a otros actos recurrentes de violencia estructural que ocurren en los Colegios de Ciencias y Humanidades y otros planteles de la UNAM. Sin embargo, en ese contexto profundiza la sensación de temor, intranquilidad y falta de seguridad que asuela sobre todo a estudiantes, personal académico y administrativo. En pocas horas se ha expresado la conmoción, consternación y condena de distintos sectores y personalidades de nuestro país. 

Este acto de barbarie ha sido condenado por la presidenta Claudia Sheinbaum, la jefa de Gobierno Clara Brugada y el secretario de Educación, Mario Delgado, entre otros funcionarios. Pero las autoridades de la UNAM han estado una vez más en falta. La Dirección de Comunicación Social emitió esa misma tarde un comunicado frío, burocrático y distante. El rector presentó otro boletín más de 24 horas después de los hechos y una lectura grabada del mismo horas más tarde. No ha aparecido públicamente frente a los familiares, la comunidad universitaria y la sociedad mexicana. 

El director general del CCH, tampoco. ¿Dónde están? ¿Por qué no aparecen? Se esperaría que las más altas autoridades universitarias se hubieran trasladado de inmediato al CCH, que hubieran emitido en vivo declaraciones de condolencia y solidaridad, que hubieran dado voz al dolor y la incertidumbre de las y los universitarios. Se esperaría un mensaje natural, emotivo y sensible, que reconozca la magnitud de esta tragedia y que trate de apaciguar la preocupación de estudiantes y sus familias. Desgraciadamente, ésta no es la primera muerte ni el único acto brutal de violencia en la historia reciente de la UNAM. 

Se vienen a la cabeza el asesinato de Lesvy, la muerte de Aideé en CCH Oriente, el feminicidio de la profesora Graciela, los ataques porriles y la muerte de Óscar Yael de CCH Naucalpan, entre muchos otros. La respuesta de las autoridades universitarias no ha estado a la altura de las circunstancias en la mayoría de los casos. De un tiempo acá, se encierran en un mutismo inexplicable. Se parapetan detrás de comunicados impersonales, en los que nadie da la cara ni asume responsabilidades. 

Es una muestra de la enorme distancia que existe entre las autoridades universitarias y las comunidades de nuestra casa de estudios. El asesinato de Jesús Israel es, insisto, una gran tragedia, un acto de barbarie inadmisible que debe ser repudiado y condenado. Ojalá que por lo menos este acontecimiento tan doloroso remueva a la UNAM, que nos haga conscientes de la importancia de reconstruir la convivencia y la solidaridad, el diálogo y el debate, la participación y la organización. 

Sólo así se puede hacer frente a la violencia que nos rodea sin recurrir a medidas de control, coercitivas, aún más autoritarias y de corte policial. Ojalá que sirva para que las autoridades de la UNAM asuman su papel abiertamente, que abandonen el anonimato y la oscuridad del comunicado y den la cara ante las y los universitarios y ante la sociedad. 

*Especialista en sociología política de la educación superior y de los movimientos sociales

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