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Innovación y financiamiento

Las siete magníficas, como se ha denominado a las empresas dominantes del sector tecnológico, que tienen una gran incidencia en el mercado de valores. Foto
Las siete magníficas, como se ha denominado a las empresas dominantes del sector tecnológico, que tienen una gran incidencia en el mercado de valores. Foto Europa Press
24 de noviembre de 2025 00:05

Estamos en una etapa social y económica marcada por un intenso proceso de innovación tecnológica y una creciente tensión en el entorno financiero. La situación se centra en el desarrollo acelerado de la inteligencia artificial (IA) y los grandes requerimientos financieros que exige su conformación como producto y su sustentabilidad en el mercado. Todo esto, asociado con la oferta de una gran transformación social que pretende acarrear. 

Como en todo negocio, las empresas que participan en un sector dinámico como la tecnología esperan extender sus ganancias, mantener y reforzar su poder oligopólico y su creciente influencia económica, social y política también. 

Las siete magníficas, como se ha denominado a las empresas dominantes del sector tecnológico, que tienen una gran incidencia en el mercado de valores, que muestran un muy rentable desempeño económico y están situadas en Estados Unidos, fueron denominadas así en 2003 por el analista del Bank of America Michael Hartnett, en referencia a la película del mismo nombre filmada en 1960 y que, a su vez, fue una versión de la cinta japonesa original de Akira Kurosawa, titulada Los siete samuráis. 

Como se sabe, estas empresas son: Apple, Microsoft, Amazon, Alphabet, Meta, Nvidia y Tesla, cuyo gran poder económico se expresa en el indicador de capitalización de mercado (que corresponde al número total de las acciones, multiplicado por su precio) y de ahí su enorme influencia en el desempeño del mercado accionario. Así pues, este sector concentra buena parte del proceso de innovación, tiene una influencia global, es líder en el mercado y moldea los patrones de consumo. Esta situación exhibe su gran poder. 

Uno de los asuntos que se derivan de este predominio tecnológico y económico se expresa en los mercados financieros, que han llevado la valuación de las acciones a niveles que resultan desproporcionados en relación con la actual generación del flujo de ingresos derivados de sus operaciones y en el marco de unas elevadísimas expectativas de utilidades en el futuro. La situación entraña, finalmente, un escenario de incertidumbre. 

Esto pone de manifiesto un comportamiento altamente especulativo, que ha llevado a considerar la conformación de una burbuja financiera de tal magnitud que podría derivar en un nuevo episodio de crisis, del tipo de aquella de 2007-2008. Una vez echada a andar la especulación en estos términos y dimensiones, puede esperarse una corrección significativa en el precio de las acciones y los ingresos esperados por las empresas tecnológicas. Una corrección que incluso devendría en una crisis. 

La situación prevaleciente en este sector fue descrita recientemente por el diario The Wall Street Journal como de escepticismo en cuanto a la sustentabilidad y los rendimientos esperados de las inversiones en la IA. 

Hace apenas uno cuantos días Jensen Huang, el director ejecutivo de Nvidia, que es hoy líder en la industria de la IA, declaraba que estaba en una situación complicada debida a los temores de que se estuviera formando una burbuja financiera en el sector de la IA. Esto, a pesar de que su empresa había registrado unos ingresos récord en el tercer trimestre, del orden de 57 mil millones de dólares. Dijo: “El mercado no ha apreciado nuestro increíble trimestre”; las acciones subieron de precio brevemente y luego se ajustaron a la baja. 

La paradoja, según Huang, es indicativa de la tensión financiera que hoy existe en el sector: “Si tenemos un mal trimestre se toma como evidencia de que hay una burbuja. Si tenemos un gran trimestre, estamos avivando una burbuja”. La situación parece indicar que el auge de la IA deriva en una reacción negativa. Se trata de las expectativas de ganancia en una industria que exige inversiones enormes, con una muy elevada estructura de costos y en condiciones en que la rentabilidad previsible es hoy muy incierta. He ahí el dilema que define los episodios especulativos como el que hoy predomina. 

El director ejecutivo de Google (y de su empresa matriz, Alphabet), Sundar Pichai, dijo recientemente, en lo que puede haber sido un lapsus: “Mientras el crecimiento de la inversión en la IA ha constituido un momento extraordinario, ha habido alguna irracionalidad en el actual auge de la industria”. La cuestión tiene que ver con lo que define como un muy elevado gasto de las empresas tecnológicas en una industria pujante. De eso se tratan precisamente los auges especulativos y los irremediables excesos que se provocan.

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