Acapulco, Gro. A un año de que la fuerza del agua impulsada desde lo alto del cerro partió en dos su colonia, debido al paso del huracán John, habitantes de Viveros del Marqués, colindante con Altos de Miramar y Glorieta de Puerto Marqués, se han asentado nuevamente en las inmediaciones del mismo arroyo que destruyó sus casas.
La crecida descomunal del afluente, que se salió de su pequeño cauce original para extenderse alrededor de 30 metros para dividirse en dos brazos destructores de agua y rocas, derivado de la tormenta ininterrumpida de cinco días, ocasionó que siete casas fueron destruidas totalmente alrededor de la calle Las Palmitas.
Cuando se desató el huracán John, que generó lluvias copiosas del 23 al 27 de septiembre de 2024, su esposa pensó que la tormenta no iba a terminar nunca.
En el lugar murió una niña de unos 10 años a pesar de los intentos desesperados de su abuela de arrebatársela al agua.
"Aquí anda la gente, tiene miedo, pero nos acostumbramos a vivir aquí", expresó Manuel Ángel Ramírez, vendedor de fierro viejo de 63 años, quien relató que "quedamos traumados", y advirtió que a las primeras lluvias de la temporada muchos moradores abandonan sus casas pegadas al arroyo.
Don Manuel relató que su hijo rescató a la niña sin vida ante los gritos de la abuela, cuya vivienda fue partida en dos por el arroyo de agua.
El cielo nublado de las últimas horas provocado por la tormenta tropical Narda en su alejamiento de costas de Guerrero, encendió las alarmas de los habitantes de unas 30 viviendas del lugar, quienes entre la tierra del cerro, la maleza crecida de la ladera, las rocas que se deslizaron por el huracán el año pasado, mangueras interconectadas desde lo alto del monte, objetos arrastrados por la corriente de agua de hace un año, intentan sobrellevar su vida diaria, en la espera de que la naturaleza no vuelva a destruir su patrimonio y los cimientos de sus casas, apenas reforzados con escombros, piedras y tierra.
"Los guachos nos dijeron que se iba a volver a deslavar, pero la gente no se quiso ir. Me dijeron, ya no te quedes a vivir aquí porque se va a venir todo eso del cerro, así que por favor desalojen, pero aquí nos gusta", concluye con una sonrisa mientras señala la parte alta de la montaña.
"¡Se va a salir el mar!", señaló que gritó una señora ante la crecida del arroyo y la interminable tormenta generada por John.
Un año antes, recordó que el esfuerzo que realizó tras el paso del huracán Otis, el 25 de octubre de 2023, le provocó una hernia que no pudo atender debidamente debido a la falta de médicos y medicamentos, por lo que "me reventó la úlcera gástrica", y alzó su camiseta para mostrar los estragos de la enfermedad, en forma de dos grandes cicatrices sobre su estómago.
Mientras que el arroyo, aunque reducido, sigue bajando con fuerza desde la parte alta del monte, desde donde se observa contrastante el desarrollo condominal y hotelero del Acapulco Diamante.
"El gobierno quería reubicar a las familias en El Quemado, pero ninguna quiso irse hasta allá", mencionó Manuel Ángel, quien admitió que el miedo persiste, sin dejar de recalcar que aquí están sus casas.