Ciudad de México. Es urgente fortalecer el vínculo entre el conocimiento científico y la toma de decisiones en políticas públicas, aseguró el doctor Gustavo Pacheco López, rector general de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM).
Expuso que la distancia entre estos ámbitos es una realidad, pues según un estudio reciente publicado en la revista Nature, 80 por ciento de los responsables de políticas carecen de conocimientos científicos suficientes, mientras que entre el 70 y el 73 por ciento de los científicos desconocen cómo funciona el ámbito político.
Esta falta de entendimiento mutuo, afirmó, representa un obstáculo estructural que impide que la ciencia influya de manera efectiva en las decisiones que afectan a la sociedad y añadió que en un contexto global marcado por desafíos urgentes como el cambio climático, la desigualdad social y el desarrollo sostenible, “las academias de ciencia deben funcionar como puentes entre dos mundos que aún se desconocen: la academia y el gobierno”.
En la inauguración de la Asamblea General de la Red Interamericana de Academias de Ciencias, realizada en el Instituto de Investigaciones Biomédicas de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), y que fue encabezada por el doctor Leonardo Lomelí Vanegas, rector de esa institución y Rosaura Ruiz Gutiérrez, secretaria de Ciencia, Humanidades, Tecnología e Innovación (SECIHTI), insistió en que las universidades deben asumir un rol activo como agentes de cambio.
“Es tiempo de que las instituciones de educación superior demostremos nuestro compromiso con el presente y el futuro que México y América merecen”.
El rector de la UNAM, resaltó que “la ciencia debe ser una voz que continúe alertando sobre los riesgos y diseñando alternativas con acciones concretas. Pero no basta con generar nuevos saberes, se requiere que estos se traduzcan en políticas públicas, metas educativas y soluciones tecnológicas que mejoren la calidad de vida de las personas. Para ello, hacen falta empatía, ética y un profundo respeto a la diversidad cultural y social de nuestras naciones”.
Subrayó la baja inversión regional en investigación y desarrollo, por lo que invitó a potenciar áreas prioritarias, elevar el impacto científico conjunto y promover un desarrollo más equilibrado.
La secretaria Ruiz Gutiérrez, aseveró que el mundo atraviesa un punto de inflexión marcado por avances disruptivos como la inteligencia artificial, la edición genética, la neurociencia y la computación cuántica.
Estas tecnologías están transformando sectores clave como la medicina y la agricultura, mientras el planeta enfrenta crisis urgentes como el cambio climático, la pérdida de biodiversidad y la desigualdad. Ante este panorama, exhortó a impulsar una investigación interdisciplinaria que combine diversas ramas del conocimiento y se apoye en herramientas como el Big Data y las simulaciones virtuales.
Enfatizó la necesidad de una ciencia ética, inclusiva y abierta, capaz de democratizar el acceso a tecnologías médicas y de datos, por lo que insistió en fortalecer el vínculo entre ciencia y sociedad, combatir la desinformación y formular políticas científicas que promuevan el desarrollo nacional y la cooperación internacional. “La ciencia no es solo conocimiento, es supervivencia”.
Ante autoridades académicas, científicas y gubernamentales Pacheco López destacó que las necesidades sociales requieren soluciones concretas, y que las universidades, con su conocimiento y experiencia, están llamadas a ser los principales motores del cambio.
Dijo que uno de los ejemplos más urgentes de la necesidad de fomentar el diálogo entre ciencia y política es el cambio climático y la sostenibilidad del desarrollo. “Estos desafíos globales exigen respuestas basadas en evidencia, colaboración intersectorial y visión de largo plazo”.
El rector planteó que “si la ciencia tiene la capacidad de resolver problemas globales, regionales y locales, ¿por qué no ocupa un papel central en la formulación de políticas públicas?” Esta interrogante cobra mayor relevancia, dijo, cuando se considera que gran parte del conocimiento científico se genera con recursos públicos.
El doctor Pacheco López también hizo referencia a un informe del Instituto Internacional de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) para la Educación Superior en América Latina y el Caribe, el cual propone mecanismos para activar el Objetivo de Desarrollo Sostenible 17: Alianzas para los Objetivos.
El documento, titulado Transferencia de conocimiento de las universidades a los gobiernos, identifica tres barreras principales: falta de comprensión por parte de los investigadores sobre las necesidades de los responsables de políticas, canales de comunicación insuficientes entre academia y gobierno y, por último, la limitada capacidad institucional para incorporar evidencia científica en decisiones públicas.
Ante este panorama, propuso que las academias de ciencia asuman una “función de puente” que permita construir capacidades en ambos sectores. “Mediante diálogos abiertos y constantes, el gobierno puede comprender mejor los tiempos, necesidades y objetivos de la ciencia, mientras que la academia debe responder con mayor agilidad a las demandas sociales”.
Sin embargo, advirtió que persisten desafíos importantes, como el financiamiento insuficiente desde los sectores público y privado, la ausencia de una política científica nacional a largo plazo y la necesidad de fomentar la innovación local mediante la transferencia de conocimiento.