Ciudad de México. El edadismo impacta la forma en que las personas adultas mayores son tratadas; desde la atención médica hasta el acceso al empleo, pasando por la manera en que los jóvenes les perciben y cómo las instituciones las integran a la sociedad, señaló la doctora Mireya Zamora Macorra, profesora investigadora de la Unidad Xochimilco de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM).
La académica del Departamento de Atención a la Salud, explicó que el edadismo es un conjunto de prejuicios y estereotipos que afectan la percepción de las personas adultas mayores, considerándolas una población en declive.
De acuerdo a la Organización Mundial de la Salud (OMS) a escala internacional “una de cada dos personas son edadistas” en relación a los adultos mayores y los jóvenes, y advierte que este tipo de discriminación no solo genera afectaciones a la salud física y mental del sector, sino que también les impacta en su bienestar social y se traduce en un alto precio económico para estas personas y la sociedad.
Zamora Macorra, acotó que este fenómeno social se sustenta en la idea de que, con el envejecimiento las personas pierden capacidad de aprendizaje, habilidades laborales y salud, lo que genera discriminación y limitaciones en su participación activa; sin embargo, enfatizó que el cerebro sigue generando conexiones neuronales, lo que permite el aprendizaje y la adaptación en etapas avanzadas de la vida.
Se estima que para mediados de este siglo, 23 de cada 100 personas serán adultas mayores, por lo que el impacto del edadismo no es solo estructural, sino también emocional y psicológico.
Las ideas edadistas “están cargadas de prejuicios negativos como la creencia de que han perdido utilidad, que no pueden ejercer actividades complejas, que su capacidad de aprender es limitada o que su salud se verá afectada constantemente. Esa manera de discriminación, es muy sutil”.
Tener una percepción de que este sector está en declive “es errónea, la realidad es que pueden tener una vida productiva como la tenían en su juventud, no en el sentido de la rapidez, pero sí de la adquisición de nuevos conocimientos; hay mucha evidencia de que el cerebro sigue aprendiendo y haciendo conexiones neuronales, hay plasticidad”.
La OMS detalla que los efectos en la salud física que genera el edadismo impactan a nivel físico, traduciéndose en longevidad reducida, enfermedad física, comportamientos de riesgo para la salud y uso inapropiado de medicamentos. En el aspecto mental, induce trastornos y deterioro cognitivo y en el ámbito social incide en el aislamiento y soledad, sexualidad restingida y violencia y maltrato. Respecto a los efectos económicos, genera mayor pobreza e inseguridad económica debido a la falta de acceso a fuentes de ingreso y eso se traduce en que este sector se convierte en una carga económica para la sociedad.
El edadismo es un tipo de discriminación basado en prejuicios hacia las personas mayores (aunque también hacia los jóvenes) y tiene efectos profundos en la manera como los mayores de 60 años de edad perciben su rol dentro de la sociedad. Su exclusión no solo es estructural, también es psicológica, lo que impacta su bienestar emocional y social.
Como resultado de esa percepción, hay quien cree que en esa etapa de su vida comienzan a ver su propia vejez como una etapa de declive inevitable, lo que puede generar ansiedad, depresión, aislamiento e incluso ideas de suicidio.
“La falta de convivencia intergeneracional perpetúa está visión errónea, limitando las oportunidades para que los adultos mayores sean reconocidos como miembros activos y respetados de la comunidad”, comentó.
Uno de los efectos más evidentes del edadismo se puede observar en el ámbito laboral, acotó la investigadora, ya que las ofertas de empleo son escasas y cada vez más restrictivas, con límites de edad que afectan incluso a personas en plena capacidad productiva, como aquellas de entre 40 a 50 años.
“A pesar de contar con una amplia experiencia laboral, muchos de los adultos mayores enfrentan la frustración de no ser contratados lo que agrava su vulnerabilidad económica”.
Por lo que respecta al área de salud, la discriminación es evidente, ya que a menudo reciben poco tiempo de consulta y son redirigidos a otros servicios como el geriátrico o el psiquiátrico.
Zamora Macorra aseveró que en México existen avances por transformar la visión sobre el envejecimiento, y en los últimos años las instituciones hay un esfuerzo importante de las instituciones por evitar esta discriminación y cambiar el concepto de este sector de esta población.