Ciudad de México. La demanda para ingresar a las carreras que ofrece la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) descendió 30 por ciento entre 2020 y 2025, pasando de 290 mil 759 aspirantes hace un lustro a 202 mil 101 en el concurso de selección del ciclo escolar que concluyó este 2025, según datos estadísticos históricos de la institución.
Al respecto, el investigador del Instituto de Investigaciones sobre la Universidad y la Educación de la UNAM, Hugo Casanova, detalló que no hay una razón única que explique este descenso de aspirantes al examen de admisión, sino que confluyen diversos factores como la desigualdad y necesidad de los jóvenes de trabajar en vez de estudiar el nivel superior, falta de motivación y hasta por creencias desinformadas de que cursar una licenciatura ya no impacta en su futuro.
Al comparar los aspirantes que se registraron para el concurso de selección de 2020 a 2025, la tendencia ha sido hacia la baja en los cinco años más recientes.
Para el ciclo escolar 2019-2020, 290 mil 759 jóvenes compitieron por un lugar en la UNAM; para el ciclo 2020-2021, la cifra de aspirantes disminuyó a 266 mil 383, equivalente a 8.3 por ciento con relación al año anterior.
Para el ciclo escolar 2021-2022, el registro de aspirantes al examen de admisión mostró nuevamente una disminución. Fueron 215 mil 757, 25.7 por ciento menos que en 2019-2020.
Sin embargo, para los siguientes dos ciclos escolares volvió a incrementarse el número de aspirantes al concurso de selección, aunque no alcanzaron el nivel del año 2019-2020.
Para el 2022-2023 se registraron 225 mil 983 aspirantes, igual a 22.2 por ciento menos que los registrados en 2020, y para el ciclo 2023-2024 el número de aspirantes fue de 227 mil 487, equivalente a 26.7 por ciento menos que en 2020.
Al hacer un análisis de este descenso en la demanda para el ingreso a la UNAM, el también coordinador de Reforma institucional y prospectiva universitaria de esta institución, explicó que la desigualdad social de los jóvenes y su necesidad de incorporarse al mercado de trabajo es uno de los factores principales por los que no cursan el nivel superior.
“Debemos recordar que ir a la universidad no solamente implica disponer de recursos para libros, traslados y gastos escolares, sino dejar de percibir ingresos y colaborar en el gasto familiar”, subrayó.
En entrevista con La Jornada, comentó que también influye la falta de expectativas frente al saber y de su impacto en el mundo del trabajo; falta de motivaciones y hasta de disciplina para el estudio.
“Hoy se habla de interseccionalidad como un concepto que engloba dimensiones como género, condición social, procedencia étnica, entre otras y que en su interacción operan de manera negativa generando efectos como la disminución de la demanda en educación superior”, señaló.
Ante esta tendencia, consideró que es necesario atenderla con estrategias políticas que respondan a su complejidad.