El presidente Donald Trump considera seriamente convertir la isla de Alcatraz en una prisión federal de máxima seguridad, un proyecto que podría costar más de 2 mil millones de dólares, según revelaron fuentes de su administración al medio Axios. Aunque aún no se ha tomado una decisión definitiva, la idea ya generó divisiones internas y fuertes críticas por parte de legisladores demócratas, que tildaron la propuesta de “absurda”.
Funcionarios cercanos al presidente visitaron ayer la isla —incluidos la fiscal general Pam Bondi y el secretario del Interior, Doug Burgum— como parte de los estudios preliminares. Bondi, cuyo departamento supervisa la Oficina de Prisiones, y Burgum, responsable del Servicio de Parques Nacionales (propietario del terreno), evaluaron en persona las posibilidades del lugar, que desde 1973 opera como sitio turístico.
Según las estimaciones iniciales, hay tres modelos sobre la mesa: una prisión de alta seguridad que requeriría reconstruir completamente la isla —al costo estimado de 2 mil millones de dólares—; una cárcel de menor escala por aproximadamente mil millones; y una concesión a operadores privados, opción que por ahora parece la menos viable. “Estamos en una etapa muy temprana. Necesitamos más estudios y claridad antes de que el presidente tome una decisión”, comentó un funcionario. Aun así, algunas voces internas ya advierten que el elevado presupuesto y los plazos de construcción podrían disuadir a Trump, quien busca implementar proyectos durante su mandato actual.
Alcatraz cerró sus puertas como penitenciaría en 1963, tras casi tres décadas de operaciones. Se hizo famosa por albergar a criminales como Al Capone, pero fue clausurada por los altos costos logísticos y operativos: la humedad aceleraba el deterioro de sus instalaciones, y el suministro de agua y alimentos debía transportarse por barco, al igual que los desechos.
El posible regreso de Alcatraz como prisión también enfrenta obstáculos medioambientales. Funcionarios han señalado la preocupación por el tráfico marítimo que implicaría el proyecto y su potencial impacto en la población de ballenas en la Bahía de San Francisco. Además, las tendencias actuales del sistema penitenciario no favorecen la idea: la población carcelaria en Estados Unidos ha disminuido en los últimos años, y se espera que siga esa tendencia.
Pese a ello, para algunos en la administración, una prisión en Alcatraz podría reforzar la narrativa de línea dura en migración. Desde su regreso a la Casa Blanca, Trump ha impulsado políticas que buscan desalentar la llegada de migrantes a través del endurecimiento de condiciones. En ese marco, una cárcel de alta visibilidad como Alcatraz funcionaría, según sus estrategas, como un símbolo disuasorio.
Parte del financiamiento podría provenir del proyecto de ley “One Big Beautiful Bill”, una de las iniciativas legislativas centrales del presidente para ampliar el presupuesto de control migratorio y fortalecer la infraestructura penitenciaria vinculada a la detención de migrantes.
Las críticas, sin embargo, no se han hecho esperar. La ex presidenta de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, cuyo distrito incluye Alcatraz, calificó el plan como “la iniciativa más estúpida de la administración Trump hasta ahora”. En un comunicado, agregó: “Debería preocuparnos a todos que claramente los únicos recursos intelectuales a los que ha recurrido la administración para esta idea tonta sean películas de ficción de Hollywood de hace décadas”.