A tres años del asesinato de los jesuitas Javier Campos y Joaquín Mora Salazar, el doctor Luis Arriaga Valenzuela, rector de la Universidad Iberoamericana (Ibero) aseguró que el caso Cerocahui “sigue representando una herida abierta que duele a la Compañía de Jesús y a la sociedad en general”.
El también defensor de derechos humanos añadió que es un caso emblemático -en el que también fue asesinado el guía de turistas Pedro Palma-, porque “revela bien las falencias estructurales de un sistema de justicia muy quebrado”.
Agregó que pese a la herida abierta, el aniversario del homicidio de los sacerdotes jesuitas debe ser también invitación “para poner los ojos en la Sierra Tarahumara, en las personas más vulneradas y los ojos también en un problema estructural que tenemos”.
En IBERO-Radar 90.9, el también abogado enalteció el trabajo que la Compañía de Jesús ha realizado durante siglos en la región, y destacó que el caso Cerocahui también ha sido “alimento para amplificar esta conciencia colectiva que hoy sigue creciendo”.
Recordó la visita que hizo a Cerocahui el año pasado, la cual le permitió conocer a religiosas, sacerdotes y personas defensoras de los derechos humanos. También pudo palpar “la falta de acceso a oportunidades” y la precariedad en la que viven los pueblos indígenas de la región, y el “profundo impacto” que tuvo el homicidio de Javier y Joaquín en la comunidad.
La Ibero expuso que los sacerdotes Javier y Joaquín fueron asesinados por un integrante de un grupo del crimen organizado cuando, fieles a su adscripción a la Compañía de Jesús, que pide trabajar en beneficio de la gente más desprotegida, defendieron a Pedro, quien buscó protección de una agresión en el altar de la iglesia de San Francisco Javier, en Cerocahui, Chihuahua.
Los cuerpos de los sacerdotes fueron llevados del lugar en donde fueron asesinados y luego sus cuerpos fueron abandonados en un paraje y recuperados por autoridades dos días después.