Madrid. El vocero parlamentario y vicesecretario general del Partido Socialista de Navarra (PSN), Ramón Alzórriz, dimitió de todas sus cargos tras los hallazgos que lo vinculan a la trama de corrupción que anidó en el núcleo duro del presidente del gobierno español, Pedro Sánchez, en concreto al que fuera su operador político y secretario de Organización, Santos Cerdán. La policía ya investiga la adjudicación de hasta seis contratos millonarios de obra pública adjudicados por el gobierno de Navarra, presidido por la socialista María Chivite, a la trama corrupta a través de una empresa constructora, Servinabar, de la que el propio Cerdán tenía el 45 por ciento de las acciones.
Ante los indicios delictivos de estos seis contratos de obra pública, la presidenta Chivite reconoció que “no recuerda” de que abordara el asunto que Cerdán, quien además haber sido el hombre de mayor confianza de Sánchez desde su ascenso al poder en el PSOE también fue el padrino político de la propia Chivite y uno de los hombre de mayor poder en Navarra, al menos desde que gobiernan socialistas con el apoyo de la izquierda independentista.
La investigación de la Unidad Central Operativa (UCO) de la Guardia Civil desveló además que Cerdán poseía el 45 por ciento de Servinabar desde 2016, que fue cuando se adjudicaron las obras del desdoblamiento de los túneles de la localidad de Belate y que ascendió a 76 millones de euros (mil 575 millones de pesos).
Y la primera dimisión por esta caso fue el de Alzórriz, que lo informó a través de un comunicado, en el que reconoció que su pareja formaban parte de la plantilla de trabajadores de la constructora y que él nunca lo comunicó a la presidenta regional, con lo que “se provocó una perdida de confianza”. Chivite reconoció que con respecto a Cerdán, al que hace sólo unos días llamó “amigo” y “compañero”, se siente “totalmente traicionada personal y políticamente”.
En medio de las investigaciones, en el Congreso de los Diputados se registró una de las sesiones parlamentarias más crispadas de los últimos años, en la que los diputados de la derecha gritaron al unísono “dimisión” cuando estaba en el uso de la palabra el presidente Sánchez, quien durante todo el debate escuchó reproches de prácticamente todo el arco parlamentario, incluidos sus aliados del independentismo vasco y catalán.
