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Hace el MAM una necesaria revisión de la obra de Abraham Ángel, el niño pintor

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Retrato de ‘Hugo Tilghman (el tenista)’, de Abraham Ángel, 1924.Foto Wikimedia Commons
15 de marzo de 2024 10:11

El 27 de octubre de 1924, el pintor de 19 años Abraham Ángel murió de pronto, en circunstancias inciertas (al parecer un suicidio). En su momento, el pintor Manuel Rodríguez Lozano (1896-1971) escribió que la realidad brutal había destruido a su amigo, protegido y amante. Desde Nueva York, el escritor José Juan Tablada supo de la tragedia por una llamada telefónica del pintor Adolfo Best Maugard, de quien Abraham Ángel había sido uno de los primeros discípulos de su Método de Dibujo. Tablada relató que cuando Rodríguez Lozano regresó a la casa que ambos compartían, a la una de la tarde, encontró al niño pintor muerto en la recámara.

En su corta vida y breve carrera artística de tres años, Abraham Ángel Card Valdés (1905-1924), nacido en El Oro, estado de México, produjo, hasta donde se sabe, sólo 24 pinturas, cuatro de las cuales permanecen perdidas. También se conocen algunas acuarelas y dibujos. Su sorpresiva muerte impactó al mundo del arte local y lo inmortalizó como figura legendaria.

Nunca fue olvidado, porque dejó una honda huella en el ambiente artístico, al ser considerado una de las figuras prominentes de su generación debido a su particular estilo, con el que reflejó la sociedad y cultura cambiantes de la Ciudad de México en los años 20.

El Museo de Arte de Dallas (DMA, por sus siglas en inglés) emprendió el primer estudio mayor de la obra de Abraham Ángel en más de 35 años, y la primera muestra de su pintura en Estados Unidos. En la exhibición se reunieron las 20 obras identificadas que se conservan del autor y reproducciones fotográficas de los cuatro cuadros del artista que se creen perdidos.

El trauma de su deceso se ha impuesto

La exhibición Abraham Ángel: Entre el asombro y la seducción llegó de forma completa al Museo de Arte Moderno (MAM). La obra del homenajeado se expone desde ayer junto con varias piezas de sus contemporáneos, incluidos sus mentores, Adolfo Best Maugard y Manuel Rodríguez Lozano, así como Roberto Montenegro, con la finalidad de contextualizar su práctica artística dentro de la narrativa más amplia del modernismo mexicano.

Para Agustín Arteaga, director del DMA, aunque los amigos y colegas de Abraham Ángel se aseguraron de que su legado fuera preservado, se enfocaron en la brevedad trágica de su vida, algo que predominó a lo largo de las décadas. De alguna manera, se permitió que el trauma de su muerte se impusiera a los logros impresionantes de su vida. De allí que Entre el asombro y la seducción ofrece una muy necesitada revisión de un artista central en la historia del arte mexicano.

Mark A. Castro, curador de la exposición, en su ensayo Sigue adelante: La relevancia duradera de Abraham Ángel, señala: En las décadas posteriores a la última monografía sobre el artista, ha salido a la luz poca información nueva acerca de la breve vida del pintor, mientras los estudios en torno al arte mexicano moderno ha crecido exponencialmente, apoyados por una gama de acercamientos nuevos e interdisciplinarios.

En su ensayo Abraham Ángel: En la sombra de la leyenda, la especialista Mireida Velázquez Torres observa: Después de la muerte de Ángel, Rodríguez Lozano se volvió su promotor principal e influyó en los Contemporáneos para incluir sus obras no sólo en sus publicaciones y exhibiciones, sino también promoverlo como parte de su visión del arte mexicano.

Anota: Durante su breve carrera, los retratos de Ángel fueron definidos por su interés en introducir en el espacio pictórico figuras salidas de la vida cotidiana, junto con amigos y familiares cercanos. Agrega que en sus textos, Daniel Cosío Villegas y Xavier Villaurrutia consideraron las pinturas de Abraham Ángel importantes ejemplos de la creación artística nacional. No sólo porque estas críticas las identificaron como representativas de la mexicanidad, sino también porque éste empleó nuevos lenguajes y estrategias artísticas que abandonaban las reglas estrictas de la representación académica contra las que los alumnos de la Academia de San Carlos se habían rebelado en años anteriores. Para muchos, la obra de Ángel ejemplifica, pues, las aspiraciones de la élite artística y cultural por las que habían propugnado.

La exposición Abraham Ángel: Entre el asombro y la seducción se inauguró ayer en el MAM (Paseo de la Reforma y Gandhi, primera sección, Bosque de Chapultepec). Permanecerá hasta julio.

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