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Mérito, autonomía, democracia

21 de noviembre de 2023 00:05

El 29 de marzo pasado la joven estudiante italiana Tullia Nargiso fue elegida coordinadora de la Rete degli Studenti Medi (red de estudiantes de bachillerato). El pasado 17 de noviembre, desde la Piazza del Popolo de Roma, al adherir la red a la huelga convocada por la CGIL (Confederazione Generale Italiana del Lavoro), dijo: “Un gobierno que no invierte en educación no se preocupa por el futuro de su país… Este gobierno no vela por los intereses del pueblo. Lo vemos en esta ley de presupuestos: no hay nada sobre la escuela, nada sobre la cultura, nada sobre nosotros los jóvenes. ¿Es esta su escuela del mérito? ¿Es esta la sociedad que quieren construir? Hoy repetimos que el mérito sin welfare estudiantil se llama privilegio”. La sentencia, reformulada como “Sin bienestar, el mérito es privilegio”, ha sido repetida una y otra vez en la prensa europea.

En México el mérito es un privilegio condensado en el examen de admisión a las instituciones de educación superior públicas (IES). Esa es una realidad apenas modificada por algunas IES que no aplican ese examen, como la Universidad Autónoma de la Ciudad de México, o las Universidades para el Bienestar Benito Juárez. La Universidad de la Salud, abierta por el gobierno de la 4T, sí prevé su propio sistema condicional de mérito. El welfare que Tullia demanda consiste en laposibilidad real de todos parapoder estudiar; así, el mérito no sería privilegio. Es menester mirar que esa posibilidad para todos no depende de las IES; el mérito es privilegio debido a la desigualdad social. En México poder estudiar es un derecho, pero es preciso que todos los niños y jóvenes alcancen la posibilidad efectiva, no de ser aceptado en una IES, sino de formarse en ella.

Tomará tiempo. El examen de admisión es una decisión autónoma de las IES. La eliminación del examen de admisión no puede cambiar la condición de desigualdad social que impide a todos estudiar hasta el nivel que deseen.

Autonomía es autorregulación; en el marco de las leyes orgánicas, las IES formulan las normas que rigen la vida académica: cómo se gobierna la academia y la institución, cómo se elaboran los planes de estudios, cómo se rige la carrera de los académicos, y mucho más.

La autonomía constitucional protege a las IES de que sus reglas académicas sean interferidas por cualquier otro tipo de actividad política o social. Se espera que así, los productos de la academia sean óptimos. Por tanto, autonomía es responsabilidad con la sociedad.

La autonomía puede ser interferida también por agentes internos de las IES.

La carrera académica de profesores e investigadores está regulada por comisiones dictaminadoras y consejos técnicos. Con excepciones, la integración y la operación de estos cuerpos colegiados funciona bajo la presión e interferencia “política” de académicos organizados en busca de sus propios beneficios. Lo mismo ocurre con los procesos de reforma a los planes de estudios.

Una demanda continua en las IES es la democratización. Cuando las IES crecen y se vuelven más complejas, la integración de los cuerpos colegiados puede no responder a las necesidades de participación suficiente para resolver las necesidades de académicos y alumnos. Es preciso ampliar la representación y los modos y alcances de la participación; aunque debe siempre clarificarse en qué cuerpo colegiado se requieren qué reformas. Las IES requieren de asambleas plebiscitarias, como los consejos universitarios, pero ello exige la revisión de las instancias técnicas que procesan previamente las decisiones.

El tema de los “rechazados” es un asunto amargo y continuo que afecta a varias IES en el país, aunque los medios sólo enfocan a la UNAM. En el problema confluyen aspectos de diversa índole. Uno es el siempre cuestionado método del examen de admisión; las IES no han podido llegar a un tipo de examen para todos aceptable. Un acuerdo académico es necesario. Las IES aplican el examen porque el conocimiento exige un orden: no es posible estudiar cálculo diferencial sin saber álgebra, por ejemplo. Los aspirantes deben tener unas bases ciertas, para acceder a la educación superior.

Pero también está el problema del cupo. Las IES no pueden crecer indefinidamente.

Sobre este problema un acuerdo interno y con el gobierno es necesario. De otra parte, las graves diferencias en la calidad de las IES provocan aglomeración de demanda en las que son percibidas como las mejores. De ahí deriva que las mejores, también son las que tienen “rechazados”, más aún en la UNAM.

La UNAM inicia un nuevo tramo de su historia con explicables expectativas. En el presente y el futuro previsible, la institución parece obligada a volver a crear consensos internos en temas como los apuntados, pero también puede ser un factor decisivo de impulso a la educación superior, mediante la mejora de la calidad de otras IES, o para la creación de nuevas. La UNAM y todas las IES funcionarán mejor mediante un acuerdo visionario de Estado sobre el futuro de México.



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