Ciudad de México. Todos los días recorren con sus carritos y costales las calles de la Ciudad de México. Sin su trabajo el rostro de la metrópoli sería otro, son héroes
voluntarios, pero invisibles para el ejercicio de derechos básicos como tener un salario y prestaciones sociales.
Se les conoce como voluntarios y se calcula que son 10 mil personas las que barren calles y recogen la basura de los domicilios capitalinos, aunque hasta hoy no existe un censo oficial pese a que desde 2016 la Comisión de Derechos Humanos local pidió al gobierno hacerlo y reconocer sus garantías como trabajadores.
Sobreviven de lo que reciben como propina de casa en casa y de los ingresos por el material reciclado que puedan recolectar y vender; aunque buena parte de esos recursos se los queda el sindicato, que les cobra cuotas por una ruta de barrido, el carrito, escobas y un uniforme.
Para hacer visibles sus condiciones de trabajo, con el apoyo de la organización Mujeres en Empleo Informal: Globalizando y Organizando, lanzaron el cortometraje Lxs rifadxs de la basura, dirigido por Aldo Sotelo, en que narra el día a día de Enriqueta, Gregoria, Emmanuel, Isaky, José y Nayelli en su labor como voluntarios de limpia en la alcaldía Iztapalapa.
Son hombres y mujeres que tienen más de 10 años trabajando en esas condiciones, a quienes ni la pandemia por el covid-19 hizo que dejaran de trabajar para poder llevar un poco de dinero a sus familias.
Desde las primeras horas del día van empujando un carrito con un bote encima, una escoba o un cogedor, recibiendo bolsas llenas de basura, expuestos a accidentes o enfermedades. Una de ellas, madre de tres hijos, uno de los cuales tiene apenas tres meses de edad, se ve obligada a llevarlos consigo, ante la imposibilidad de tener un apoyo para su cuidado.
Con frío o altas temperaturas, con sed y cansancio, barren calles y recogen de casa en casa la basura. Su labor incluye separar los desperdicios, tanto de alimentos como material reciclable, además de latas, cartón, papel y PET, que luego venden para completar sus ingresos.
Pese a la importancia de su tarea, afirman, no hay ningún tipo de apoyo ni dignificación de sus condiciones laborales. El trabajo de limpia es noble, pero muy duro. Muchos no tuvimos la oportunidad de ir a la escuela, de superarnos de otra forma
, por eso aceptaron ser voluntarios, aseguran.
Con su campana y sus costales, recorren la ciudad con la demanda de acceder a un salario digno y prestaciones de le ley, y que al menos reconozcan el esfuerzo
.