Directora General: CARMEN LIRA SAADE
Director Fundador: CARLOS PAYAN VELVER  
Domingo 8 de agosto de 2010 Num: 805

Portada

Presentación

Bazar de asombros
HUGO GUTIÉRREZ VEGA

Donceles y el tiempo
LEANDRO ARELLANO

Soneto
RICARDO YÁÑEZ

El arpa enlaza el cielo a la tierra
EDUARDO MOSCHES

¿Quién es Bolívar Echeverría?
STEFAN GANDLER

Occidente, modernidad y capitalismo
CARLOS OLIVA MENDOZA entrevista con BOLÍVAR ECHEVERRÍA

Una calle para Monsi
JESÚS PUENTE LEYVA

Leer

Columnas:
Señales en el camino
MARCO ANTONIO CAMPOS

Las Rayas de la Cebra
VERÓNICA MURGUíA

Bemol Sostenido
ALONSO ARREOLA

Cinexcusas
LUIS TOVAR

Corporal
MANUEL STEPHENS

Mentiras Transparentes
FELIPE GARRIDO

Al Vuelo
ROGELIO GUEDEA

El Mono de Alambre
NOÉ MORALES MUÑOZ

Cabezalcubo
JORGE MOCH


Directorio
Núm. anteriores
[email protected]

 

Luis Tovar
[email protected]

Cortos de largo aliento (I DE III)

Celebrada entre el 23 de julio y el 1 de agosto, en San Miguel de Allende los primeros cinco días y el resto en la ciudad de Guanajuato –sus sedes tradicionales–, la duodécima edición del Festival Internacional de Cine en Guanajuato, mejor conocido como Expresión en Corto, hizo patentes como mínimo tres hechos: el primero, que se trata de un evento ya perfecta y entusiastamente apropiado por el público local; el segundo, que dada su relevancia se ha consolidado como una de las estaciones ineludibles en un calendario festivalero cinematográfico mexicano propenso a crecer, lo cual es positivo, pero propenso también a incluir en ese crecimiento uno que otro petardo. Tercero, que habiendo nacido con el propósito de ser una ventana de difusión del cortometraje y tener en éste su prima ratio –en lo cual es líder indiscutible si sólo se habla de México, aunque su prestigio rebasa nuestras fronteras–, ha sabido incorporar una oferta de largometraje cuyo valor e interés no desplaza el de los cortos. Mal haría un festival como éste si voluntariamente se desnaturalizara, pues acabaría convertido en algo semejante a lo que son al menos un par de petardos de los antes mencionados: eventos prescindibles, ayunos de identidad e incapaces de algo más que el refrito y la reiteración.

DE HALLAZGOS Y MARAVILLAS

Este año, por ejemplo, Expresión en Corto (se/nos) concedió el lujo tremendo de dar, por primera vez en América Latina, la exhibición de la mítica Metrópolis restaurada y con los trozos de pietaje recientemente incorporados, luego del hallazgo ocurrido hace poco en Argentina. En estas nuevas condiciones, la pieza maestra de Lang se había presentado únicamente en la pasada Berlinale –el próximo domingo, la colega Esther Andradi hablará en este suplemento de Metrópolis, de la restauración y demás méritos–, pero allá no contaron, como sí pudo hacerlo el público reunido en Guanajuato, con la ejecución en vivo del ensamble de músicos encabezado por Alejandro Otaola, cinéfilo irredento que ya (se/nos) había dado el gusto inmenso de ponerle partitura a la también mítica y fundacional obra cumbre del cine silente El hombre de la cámara. Para decirlo sin ambages, la de Guanajuato fue una maravilla que cualquier cinéfilo digno de ser así llamado habría querido vivir: Metrópolis restaurada, enriquecida con escenas y planos de los que se sabía su existencia pero que se creían perdidos para siempre, en una pantalla grande y, como plus, musicalizada en directo con verdadero talento, sensibilidad y gusto por el cine.

El festival incluye ahora una sección oficial, es decir galardonable, de óperas primas mexicanas en largometraje, y vaya usted a saber por qué pero los trofeos se los llevaron dos películas que Uno jamás habría pensado premiables: Somos lo que hay, de la que se hablará aquí en otra oportunidad, y La pantera negra, de la que mejor sería no hablar. Un par de largos más, en calidad de invitados, completaron el espectro del pietaje extenso.

YA QUISIERA EL LARGO

A diferencia de la economía y la seguridad, de la calidad de los servicios públicos o la decencia política nacionales, el cine tiene la capacidad de mejorar, de reinventarse a sí mismo y de levantarse tras una temporada más o menos mala. Valga lo anterior al menos en el caso de los cortometrajes, al menos en lo que se refiere a lo exhibido en Expresión en Corto, al menos en cuanto a lo que este sumaverbos tuvo la fortuna de disfrutar. Un gran porcentaje del centenar y medio de películas, repartidas en las secciones habituales –ficción internacional, documental corto, ficción México, animación, experimental– más otra de cuño novedoso titulada “estilo libre” –¿los otros estilos no lo son?–, presentadas en Guanajuato y San Miguel obligan a retomar cierta idea, mucho tiempo vigente aunque durante ciertas temporadas menos válida que en otras: que ya quisiera el largometraje, para sí mismo, el vigor formal, la capacidad infinitamente variable de abordar temas y personajes, la ausencia de ataduras, el despliegue temático de amplísimo espectro, la plasticidad y las posibilidades creativas del cortometraje.

Al menos las próximas dos entregas de esta columna serán dedicadas a efectuar un repaso, lamentablemente muy breve, de lo mucho bueno que pudo verse en Expresión en Corto. Aquí sólo queda espacio para reiterar algo ya dicho antes: ojalá que las posibilidades masivas de apreciar al cortometraje fuesen por lo menos tan amplias como lo son para su hermano el largo, mayor solamente por lo que hace a la extensión de cada uno.

(Continuará)