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Manuel Stephens
Mujeres del Antiguo Testamento
“[Allí] se darán cita los chacales/ y fieras del desierto,/ y el sátiro llamará a su compañero./ Lilit tendrá ahí su morada/ y hallará un lugar de reposo.” (Isaías 34:14). Estos versos son la única ocasión en que se menciona a Lilit–o Lilith– en la Biblia. Esta figura mítica del folklore judío que aparece en los textos cabalísticos es descrita como la primera esposa de Adán. Según la leyenda, ambos habían sido creados en igualdad; al querer Adán colocarse arriba durante la cópula, Lilith se niega y huye. Por desobedecer a Dios se convertirá en un demonio, ataca a los recién nacidos en sus cunas y se sirve del semen de los varones debido a poluciones nocturnas. Su resistencia a someterse a la dominación masculina ha convertido a Lilith en un símbolo contra la opresión en los discursos feministas.
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Antes del episodio en que Yahvé duerme a Adán para quitarle una costilla y crear a Eva, el Génesis asienta que “creó Dios al hombre a imagen suya; a imagen de Dios lo creó; varón y mujer los creó” (1:27). La enigmática última frase –que remite al andrógino como origen de la vida en numerosas culturas– no tiene repercusión en adelante y Adán –el hombre– se encuentra nuevamente solo. La ausencia de Lilith en la Biblia y la inmediata subyugación a Adán de Eva, la primera pecadora –“te sentirás atraída por tu marido, pero él te dominará” (3:16)–, nos hablan de la imposición de un sistema patriarcal.
En el mundo que da lugar al bíblico, las mujeres eran “propiedad” del varón, “fuente de impureza” y se les recluía en casa para proteger el honor de la familia. Dolores Abad y Teresa Siles apuntan que, en el Antiguo Testamento, son presentadas como tipos literarios, no como personajes históricos. La categorización que hacen se divide en: 1. Madres o nodrizas de hombres famosos, 2. Aquellas que actúan para destruir a hombres, 3. Las que confiesan el poder del designio divino, y 4. “Sobre todo mujeres que son protagonistas de un drama excepcional que sólo actúan en una novela donde son figuras centrales y desaparecen.” Dalila (quien entregó a Sansón a los filisteos) pertenece a la segunda categoría; mientras que Rut (moabita convertida al judaísmo), Judit (quien libera a Betulia de la invasión de los asirios decapitando a su general, Holofernes) y Ester (quien evita la matanza del pueblo judío), a la cuarta. Esta es la selección de personajes que hizo Judith Téllez, directora artística de Arte Móvil Danza Clan, para la composición de El amor es un fastidio: opuesto al sol (2009), interpretada por Magaly Pérez y Xitlali Piña.
Desde el título, Téllez anuncia los principios femenino y masculino bajo un esquema binario heterosexual. La luna refleja la luz del sol, por lo que –salvo excepciones– se le relaciona con “lo femenino”, simboliza el cambio y la transformación, pero dependiente de su opuesto “masculino”. Esta pugna entre “contrarios” se hace patente desde el inicio del espectáculo con un video en que se observan conflagraciones territoriales e ideológicas. La agrupación neoleonense advierte en el programa de mano que no se pretende recrear la biografía de las protagonistas: “Se exploran las metáforas de los opuestos: el bien y el mal, el día y la noche, el odio y el amor. La esperanza de un pueblo mediante un ejercicio de crueldad.” Sin embargo, por la referencia directa a las cuatro mujeres bíblicas se establece una relación intertextual por la cual –contradiciendo la intención de abstracción de la coreógrafa– la perspectiva de género se impondría como la principal, ya que sus acciones son debidas al ejercicio de la ley del hombre/masculina/patriarcal, sea éste el propio Dios o los humanos, y no personal.
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Los solos con que inicia la obra, en que aparecen Judit y Dalila, logran una atmósfera psicológica que revela la determinación de ambas de actuar contra la dominación masculina. Con el dueto en que ambas dialogan, las anécdotas bíblicas se vislumbran como un detonador crítico al carácter pasivo con que se relaciona a las mujeres: ellas actúan por Dios o los gobernantes. Este acercamiento al tema se va diluyendo, hasta las últimas escenas en que se le recuperará con la sexista cita final en video: “Engañosa es la gracia y vana la belleza; la mujer que teme a Jehová, esa será alabada.” (Proverbios 31:30).
Coreografías que cuestionen los condicionamientos de género están ausentes de los escenarios. El amor es un fastidio: opuesto al sol, de Téllez, es un intento que debe replicarse con mayor contundencia.
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