Monterrey, NL. Además del incremento de la violencia, los retos que enfrenta la región de de América Latina y el Caribe (ALyC) para atender la primera infancia están relacionados con la falta de acceso a la educación, desplazamiento, pobreza persistente y cambio climático, que provocan “que los niños estén en una crisis permanente”, coincidieron especialistas en la materia.
Durante la tercera edición del Foro Internacional de Primera Infancia, organizado por el Tecnológico de Monterrey, investigadores afirmaron que los niños y niñas deben de ponerse en el centro de la agenda, al igual que los cuidadores, pues sólo con un análisis y atención integral se podrá alcanzar las metas futuras de cada país, entre ellas en salud, educación, nutrición y protección social.
James Cairns, de la Universidad de Harvard, puntualizó que el ambiente en el que se desenvuelve el infante es esencial para su desarrollo. En él influyen el entorno familiar, de la comunidad, del país, es decir, “es un trabajo que involucra a todos”.
Uno de los elementos característicos de la región es la cultura de violencia, “que persiste y se perpetúa”. El especialista señaló que los actos de agresión suelen abordarse como episodios específicos en la vida de niños o familias, pero, afirmó, no son hechos aislados y deben de estudiarse qué otros aspectos de su desarrollo son afectados al ser criados en este tipo de ambientes.
De acuerdo con datos del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef), ALyC “continúa registrando las tasas más altas de violencia contra niños, niñas y adolescentes en el mundo”. Casi dos de cada tres niños de entre uno y 14 años experimentan disciplina violenta en el hogar, y una de cada cinco niñas sufre violencia sexual antes de cumplir los 18 años.
Joan Lombardi, del Centro de Primera Infancia de la Universidad de Stanford, mencionó que Unicef ha reiterado en años recientes la crisis política para los niños, quienes enfrentan riesgos múltiples, pobreza persistente, cambio climático, conflictos, urbanización, desplazamiento.
Para que los niños puedan sentirse seguros, se deben poner en el centro de los estudios y políticas públicas para “ser la cura” para temas futuros en el desarrollo de la salud, la nutrición, la responsabilidad, el cuidado y la seguridad.
Marigen Narea, de la Pontificia Universidad Católica de Chile, resaltó el rol que juega el entorno familiar y la salud mental de los cuidadores en el desarrollo del infante. Indicó que hay familias que se caracterizan por estar empobrecidas a las que se suma que alguno de los padres o tutores se encuentra en depresión. Esta situación, dijo, provoca una conducta agresiva en el niño. Además, la mamá tendrá conductas disciplinarias negativas, por lo cual se crean las condiciones para un escenario en el hogar de crisis, aseguró.
Ante el panorama violento en muchos países de la región, Liana Ghent, de la Asociación Internacional Paso a Paso (Issa por sus siglas en inglés), reflexionó sobre el largo camino que hay por recorrer para atender las necesidades de la infancia, ya que en tiempos de crisis “el cuidado de la infancia no suelen ser una prioridad, pero no atenderlo puede tener consecuencias en su vida”.
Recomendó una transformación sistemática a través de la creación de un sistema sólido de cuidados infantiles, movilizar a las comunidades, pues la atención de niños y niñas depende de todos y no sólo del gobierno ni de la familia, y programas de prevención permanentes.