Donald Trump y su equipo de halcones buscan incorporar a México a su lista de objetivos de guerra. Han orquestado declaraciones, y resonancia mediática aliada, para reprochar a la presidenta Sheinbaum que haga envíos solidarios de petróleo a Cuba y vuelven a la cargada con el tema del crimen organizado como factor dominante de México.
No hay informaciones nuevas que sustenten la taimada reiteración unilateral de responsabilidades en cuanto al narcotráfico; por el contrario, los datos publicados oficialmente muestran una abundancia de actos del brazo harfuchista contra grupos delictivos, en una proporción notablemente distinta a lo sucedido en el sexenio anterior. Voces del propio gabinete trumpista han señalado que la “cooperación” mexicana en estos temas es la mayor jamás habida (gulp).
Pero Trump y su equipo lo que pretenden es acalambrar al gobierno mexicano, evitar declaraciones y acciones solidarias con Venezuela aparentemente en vías de ser invadida, con Cuba históricamente bloqueada, con Colombia también amenazada por el déspota de la Casa Blanca. Guardar silencio o distancia (como en el caso del gobierno de Israel y el genocidio en Gaza), es la instrucción que con amenazas envía Washington.
Trump emboza sus advertencias con elogios hipócritas a la presidenta Sheinbaum, al calificarla de respetable, tremenda y valiente, aunque al mismo tiempo señala (insistió ayer) que el país que ella gobierna está en manos del narcotráfico y que hay miedo de actuar contra éste.
Los tambores de guerra hacia el sur del continente (Venezuela y, en segundo lugar, Colombia) suenan también para México. Los analistas y estrategas del gobierno gringo mantienen la mira en México, con la intención de actuar directamente contra jefes y grupos del crimen organizado. Trump alegó ayer que su país tiene derecho “a defenderse”, como si el proceso del narcotráfico fuese responsabilidad sólo de los productores e introductores y no del aparato de complicidad del propio Estados Unidos (los cárteles gringos, ha descrito en un libro el periodista Jesús Esquivel) y no terminara beneficiando a la estructura económica de las barras y las estrellas.
México no debe cerrar los ojos: Trump va abiertamente sobre Venezuela, con la descarada concentración de fuerzas militares en su entorno, el asesinato de personas a bordo de lanchas, vuelos de reconocimiento y preparación para asaltos terrestres, pero el proyecto en curso de las fuerzas que diseñan las acciones estadunidenses tiene como objetivo “limpiar” de gobiernos progresistas (en la escala que a cada uno se le quiera reconocer) a América Latina y encumbrar a personajes serviles a los intereses del imperio en declive.
La autorización explícita de Trump para que la CIA realice acciones contra el gobierno de Maduro no excluye las autorizaciones no oficializadas para actuar en países como México, con el manual sabido de desestabilización: crímenes selectivos impactantes, financiamiento y “filtraciones” a medios, opinantes y “vaticinadores” para crear incertidumbre y miedo, amago de crisis económicas y desmoronamientos políticos.
Astillas
El explicablemente fallido premio Nobel de la Paz, Donald Bang, perdón, Trump, sentenció ayer en conferencia de prensa: “Bueno, no creo que vayamos a pedir necesariamente una declaración de guerra. Creo que simplemente vamos a matar a la gente que está introduciendo drogas en nuestro país. ¿Vale? Vamos a matarlos”... Y, mientras el precandidato presidencial deudor, Ricardo Salinas Pliego, sigue patinando y haciendo berrinche porque se difunde la información relacionada con sus litigios por pagos no realizados y temas infractores conexos, refugiado en la palabrería y no en el dato de contado que mata relato en abonos chiquitos, ¡hasta el próximo lunes, en espera de avances en las indagaciones marca TortuGertz sobre empresarios estadunidenses involucrados en contrabando de combustible!
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