Guanajuato, Gto. Bajo una luna que parecía encender los cerros de la capital, más de cuatro mil personas, según reportó la policía municipal, se reunieron en la explanada de Los Pastitos este sábado para disfrutar de Nathy Peluso dentro del Festival Internacional Cervantino (FIC).
La artista argentina presentó su repertorio ante un público que la esperó por horas entre luces, música y expectación. Las pantallas laterales del escenario mostraron el inicio del espectáculo: Peluso, con una presencia magnética, interpretó Corleone mientras el viento movía su cabello y los flashes de los teléfonos móviles iluminaban la explanada.
“¡Bizcochote!”, gritaron un grupo de adolescentes, quienes después corearon Aprender a amar con entusiasmo. El acceso fue ordenado y en la zona central se habilitó un espacio especial para personas con discapacidad, quienes celebraron poder disfrutar del concierto sin contratiempos.
En el aire flotaban perfumes, cerveza y humo de cigarro; cada detalle reforzaba el ambiente que distingue al FIC en su edición 53.
Nathy Peluso apareció acompañada de una banda precisa y tres bailarines que multiplicaron su intensidad con acrobacias. En Real se deslizó sobre el piso con la agilidad de una gacela, mientras en Ateo los bailarines se besaron, lo que desató gritos y aplausos.
Carlos Alvar/cortesía FIC
La artista alternó momentos de vulnerabilidad y euforia al combinar rap, salsa y pop con la teatralidad que la distingue. A cada rato, los asistentes gritaban su nombre: “¡Nathy, Nathy! ¡Hermana ya eres mexicana! Ella los miró, sonrió y respondió: “Me llaman de muchas maneras, pero hay una que tienen razón…”, antes de interpretar Mafiosa.
Iluminada por una luz cenital, bajó el tono y permitió que su voz recorriera la explanada. En ese instante, el murmullo se apagó; incluso los vendedores ambulantes detuvieron su andar. Más adelante se declaró amante de la salsa Erotika e interpretó esa melodía, y el público respondió con una ovación inmediata.
“Ella no sólo canta, interpreta cada palabra con el cuerpo, comentó Yazmín Gutiérrez, estudiante de 22 años. “Siento que el desmadre también es cultura, y que estar aquí es parte de eso: una forma de sentirnos vivos”.
A su lado, Javier Espíndola, de 27, sonreía con un cigarro entre los dedos: “Esto es una fiesta sin culpa; el alcohol, la mota y la música nos conectan sin que haya nada que lamentar”.
Carlos Alvar/cortesía FIC
El repertorio recorrió los contrastes de Grasa, su segundo álbum, lanzado en mayo de 2024. En él, la cantante explora las tensiones entre la fama, la autenticidad y el deseo, con un sonido que fusiona la crudeza del rap con la épica de la salsa setentera. En Guanajuato, esos matices se tradujeron en una velada que combinó teatralidad, ironía y confesión.
El operativo de seguridad permitió que la multitud circulara sin incidentes. Las calles aledañas fueron cerradas al tráfico cuando el flujo alcanzó su punto máximo y se veían mares de luces de celulares encendidas como una constelación sobre el bullicio.
 
                
